El costo de menstruar


Más de 12 millones de personas en Argentina utilizan los llamados Productos de Gestión Menstrual (PGM) que si bien son considerados de primera necesidad, en términos económicos su costo profundiza las desigualdades sociales.

En Argentina, el costo anual de toallitas, tampones, copas u otros representa entre $4.028 y $5.135, según los datos actualizados de la Dirección de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG)

“Los productos de gestión menstrual representan un costo para las personas menstruantes, siendo, a su vez, la porción de la sociedad con menores ingresos, mayores niveles de precarización, desempleo y pobreza”, destacó un informe elaborado por la DNEIyG

Esta situación empeoró con la pandemia donde impactó en la economía de los hogares al ocasionar que siete de cada diez personas modifiquen sus hábitos en el uso de estos productos por motivos económicos.

“De este total, más del 70% tuvo optar por marcas o productos más económicos, mientras que el 26% debió comprar menos cantidad y optimizar su uso“, señaló el documento.

A las barreras económicas en el acceso, se suman la falta de acceso al agua e infraestructura que afecta principalmente a las poblaciones que no tienen servicios de higiene, sanidad y agua, recurriendo a alternativas nocivas para su salud.

“Durante los meses más difíciles de 2020 en medio de las medidas de emergencia por la Covid19, muchas mujeres afirmaron haber utilizado trapos, remeras viejas u otros elementos no destinados a la gestión menstrual dada falta de acceso a los PGM”, alerta el trabajo.

Si bien las extensiones de las redes de agua potable son fundamentales para garantizar el acceso a una gestión menstrual saludable y el 88% de la población contaba con acceso a agua por red, en los barrios populares, el acceso formal a servicios de agua “alcanzaba sólo al 11,6%”, según el Ministerio de Obras Públicas de la Nación.

El reporte destacó que la provisión de productos de higiene menstrual a sectores vulnerables tendría un efecto positivo en la equidad pero a advierte que la provisión de copas menstruales puede afectar negativamente en estos sectores por la falta de infraestructura e higiene.

Otro obstáculo para la correcta gestión menstrual es la distancia territorial a los centros de salud para consultas médicas y chequeos periódicos correspondientes.

Consecuencias sociales y económicas

La ausencia de instalaciones sanitarias y productos adecuados para la gestión menstrual produce ausentismo laboral y afecta las condiciones de desigualdad estructurales en su inserción económica: “Las mujeres enfrentan condiciones de desigualdad estructurales en su inserción económica: ganan 28% menos en promedio que los varones, tienen trabajos más precarios y presentan mayores tasas de desempleo”.

De este modo, el costo de menstruar “se enmarca en otras formas de desigualdad”, que recae sobre los ingresos, “siendo un obstáculo para estudiar o trabajar”, concluyó el informe.

Políticas para una gestión menstrual accesible y equitativa

La implementación de políticas específicas contribuye a cerrar brechas de desigualdad de género y disminuye el costo de menstruar, especialmente en aquellos donde los ingresos son menores, destaca la DEIyG que puso de relieve la incorporación de la PGM a Precios Cuidados.

“Los PGM se sumaron a la política de reintegro del 15% para los sectores vulnerables en las compras con tarjeta de débito, Pago Electrónico Inmediato (PEI) o códigos de respuesta rápida (QR)”, añade el informe.

Desde el organismo destacan la línea específica de gestión menstrual dentro del programa Inclusión Joven del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que impulsó 34 iniciativas de salud menstrual en municipios, leyes y programas en seis provincias.

Además, resalta que el Estado en tu Barrio, otorgó un espacio para la venta y difusión de los productos fabricados por mujeres en cooperativistas y Potenciar Trabajo, del Ministerio de Desarrollo Social, que contribuyó con el financiamiento de máquinas e insumos.