Impuesto a la renta financiera… ¿en serio renta?


Tal vez debí haberlo escrito antes, cosa que no he hecho, probablemente porque en el fondo, esperaba reflexión y marcha atrás. Sin embargo, se reglamentó ese (no pude encontrar el adjetivo justo) impuesto a la renta financiera.  Así que…

Imaginemos que alguien tenía un billete 100 dólares y lo convencimos de que compre un bono argentino de ese valor. Ahora ese bono vale 90 dólares. Entonces, deberemos poner nuestra mejor cara para explicarle no solo perdió 10 dólares, sino que además, por la  devalución  del peso, tiene que pagar un impuesto a su ganancia…. Pero tenía un billete de 100 y ahora no puedo siquiera acercarme ¿cómo que gané? exclamará y con razón…  

Ni hablar si además lo habíamos persuadido de colocar fondos a plazo fijo, y durante 2018 la inflación terminó siendo más alta que la tasa… ¿cómo que gané y tengo que pagar impuesto? exclamará, pero su mirada revelará un odio fulminante.

Hay que reconocer que nuestro país tiene una capacidad interminable de generar situaciones extrañas que pueden derivar en cualquier cosa, y que acompañada del bendito sesgo de confirmación donde solo se escucha y debate entre los que piensan parecido y se ignora al resto, difícilmente se logre acordar algo razonable y perdurable.

He escuchado decir que a este país lo salvan las pymes y por eso hay que ayudarlas. Y un rato después con la misma cara, decir que los empresarios son los que arruinan todo y no sirven para nada. Esa delgada línea donde el emprendedor que crea su pyme es un genio, pero si crece un poquito se convierte en una especie de Dark Vader a destruir.

Y por allí se mueve nuestra sociedad, con muchos a quienes todavía les resuena en su cabeza aquel “combatiendo al capital” y llevan hacia esa dirección propuestas, como la de gravar “la renta financiera”, como si todos fuesen el lobo de Wall Street enriqueciéndose sin hacer nada. Pero sin evaluar que hacer nada, puede significar nada menos que exponer su capital. Y que sólo tal vez, ese capital, sean sus ahorros, originados en un juicio ganado al Anses, una herencia o una reparación histórica, vaya a saber.

Porque no decir también que el Gobierno, aunque sea porque sonaba romántico, no se resistió. Y dejó que viera la luz un impuesto, para mí, no muy bien pensado ni implementado, que grava algunas rentas nominales que son pérdidas reales, y/o le quitan atractividad a cualquier tasa, entre otras consecuencias.

Creo difícil que con estas medidas se aliente al ahorrista o inversor a poner dinero en el circuito.  Más vale dólar a colchón que…. Complete como le guste. 

Si teorizara un poco, creería que ahuyentará a los conocedores del mercado,  y  gravará sólo a los inversores poco audaces que tienen sus ahorros de toda la vida, de la reparación histórica, de una herencia, o cosas por el estilo, y entonces especularía que solo es una estrategia de marketing para publicitar algo tipo “los que tienen, pagan…” pero no puedo entender de otra manera un impuesto que suena cuasi confiscatorio, si alguien lo pagará cuando en términos reales perdió dinero, que no es significativo en términos de recaudación, y que tampoco generará el contexto favorable para que el gobierno logre su ansiada lluvia de inversiones cuando, deficitario, endeudado y con necesidades de fondos, le cobra impuestos al ahorro.

En fin, el impuesto a la renta financiera, no me gusta y no entiendo su finalidad, pero creo que ya se deben haber dado cuenta.