La pandemia de coronavirus sacudió muchas estructuras, pero sobre todo impactó en el mundo de la salud, donde muchos actores fueron sobrepasados pero otros ganaron protagonismo. Entre los últimos, la actividad farmacéutica en general y las farmacias preparadoras o productoras en particular tuvieron un fuerte crecimiento a partir de la posibilidad de elaborar y proveer medicamentos que resultaron fuertemente demandados como paliativos para luchar contra Covid-19.
Sandra Prieto, farmacéutica formulista de Quilmes y vicepresidenta la Cámara de Farmacias de Sur del Gran Buenos Aires (CAFASUR), es testigo directo de la transformación que vivió el sector luego de que se expandiera por todo el país una red de profesionales que se abocaron a producir ibuprofeno inhalatorio e ivermectina, dos medicamentos que fueron empleados con éxito para evitar cuadros severos de la enfermedad.
En esa línea, la profesional reconoció que la elaboración de recetas magistrales tuvo un notable crecimiento durante la pandemia fundamentalmente con la producción de esos preparados y explicó en qué consiste esa especificidad en la actividad farmacéutica.
“La farmacia preparadora toma una parte de la medicación que la industria desecha porque no es redituable económicamente o porque son dosis que no le interesa comercializar, son los que se llaman medicamentos huérfanos. En estos casos la farmacia se encarga de elaborar el producto de manera personalizada, siempre con receta médica”, explica Prieto, brindando detalles de una actividad que en las últimas décadas se ha vuelto poco frecuente.
Es clave el trabajo estrecho con los médicos
La profesional precisó que hay médicos que “suelen indicar la combinación de dos o tres drogas en un mismo medicamento que los laboratorios no producen”, y ese es el tipo de servicio que este tipo de farmacias brindan a la población.
“Se trata de una farmacia especialista para lo cual en la provincia de Buenos Aires existen buenas guías prácticas y protocolos que reglamentan este trabajo, de manera que los profesionales médicos y los pacientes pueden estar muy tranquilos con relación al trabajo magistral que realizamos”, enfatiza Prieto.
Respecto del trabajo de los formulistas o elaboradores desde el inicio de la pandemia, la profesional contó que “el trabajo entre el médico y el farmacéutico, el intercambio de ideas o conocimientos ha crecido muchísimo”, y consideró que esa unión “beneficia muchísimo a los pacientes con más y mejores prestaciones para su salud”.
“Estamos conectados todos los farmacéuticos magistrales y también con un grupo importante de médicos que requieren de preparaciones, realizan consultas y hasta proponer fórmulas”, detalla.
En cuanto al rol social y sanitario de su actividad, Prieto destaca que “para los vecinos la farmacia es el centro primario de atención, o sea cuando en el barrio hay un problema de salud se consulta primero con el farmacéutico”, por eso, indica, es necesario que los profesionales estén “muy preparados”, de modo de tener en claro hasta dónde llegan sus competencias “y derivar cuando los casos son más serios”. Por eso, asegura, “los pacientes confían muchísimo en el farmacéutico”.