Teatro: La Jauría, relato de un juicio


La Jauría es una obra de teatro documental de Jordi Casanovas, dirigida por Nelson Valente, y basada en el juicio a los cinco integrantes de “La Manada” por la violación de una chica.

La fiesta de San Fermín es una de las celebraciones más grandes a nivel mundial que se realiza en honor al santo católico. Consiste en unos nueve días de juerga ininterrumpida donde se realizan distintas actividades, la más famosa es la corrida y el encierro de toros. Estos festejos se despliegan en el centro de la ciudad de Pamplona, España.

En el año 2016 una joven de 18 años asistió a la fiesta y al caer la madrugada, cuando su amigo se había ido a descansar al auto después de muchas horas sin dormir, se acerca un grupo de muchachos a hablarle. Ellos cinco conforman un grupo en el que se autodenominan “La Manada”, y el más joven de ellos debe pasar por un rito de iniciación. Entablan conversación, y se ofrecen a acompañarla al auto donde se encuentra su amigo. Es tarde, ella está cansada, no conoce a nadie ahí, está sola. Acepta la compañía y se van todos juntos en búsqueda del auto en cuestión. En el camino, uno de ellos se desvía hacia el palier de un edificio al que logra acceder y llama al resto. Entre todos agarran a la joven y la lleven adentro, donde la someten a un ataque sexual grupal.

La obra que tiene lugar en el Teatro Picadero de la Ciudad de Buenos Aires todos los domingos, relata el juicio de este caso componiendo un clima intimista en el que somos testigos de las declaraciones de la víctima, interpretada por Vanesa González, una chica shockeada, descolocada y totalmente vulnerable frente a los hechos, y de cada uno de los imputados, encarnados por Gastón Cocchiarale, Gustavo Pardi, Martín Slipak, Julián Ponce Campos y Lucas Crespi. Escuchamos la versión de cada una de las partes, contradictorias entre sí, transportándonos de manera plenamente efectiva a cada uno de los momentos que son relatados. Las interpretaciones resultan tan verosímiles en su discurso, que provocan impulsos instantáneos de, por un lado: bronca, odio, impotencia, indignación, y por otro: empatía, sororidad, hermandad. Esto resulta posible no solo por las actuaciones sino también por la potencia simbólica que implica llevar a un escenario una historia real de tamaña magnitud. Nos lo creemos porque es cierto, porque pasó, y porque pasa. Porque esta historia, con otros nombres, con otras caras, en otros lugares y en distintos momentos en la línea cronológica: ya la escuchamos.

Es interesante de esta obra, que los actores que interpretan tanto a la víctima como a los victimarios, son los mismos que más tarde interpretan a sus abogados defensores y jueces del Tribunal. Ella será quien haga las preguntas a los imputados, y ellos, a la víctima. Este recurso de desdoblamiento resulta muy efectivo a los fines de perpetrar, una segunda violación, esta vez, simbólica. El modo inquisitivo en que los abogados defensores de los acusados alegan su inocencia resguardándose en que la víctima no gritó, no se defendió, no dijo “no”, ni les pidió que paren, es un claro retrato de la manera en que, no conforme con haber sido víctima de una violación conjunta, el sistema se encarga de revictimizarla una vez más. En este punto resulta fundamental el planteo existente en el manejo del espacio y el modo en que se confirman los roles de cada uno a través de su lugar en el escenario. Ellos siempre interactúan en torno a ella, la rodean, se acercan, la acechan, la vuelven a rodear. Una y otra vez.

La Jauría es una obra cruda, dolorosa, pero necesaria para visibilizar ciertos tópicos en los que se viene alzando la voz desde hace años, pero nunca parece ser suficiente. Es interesante la forma en que nos acerca a esta idea de que un violador no es un monstruo, un ser despreciable en todo ámbito y fácilmente reconocible, sino que cualquiera puede serlo; y también nos hace testigos directos de un pacto implícito de complicidad masculina entre los miembros de un grupo. Un sentido de pertenencia.

La experiencia de ver esta pieza en vivo es movilizante, inevitablemente algo de la historia real acompañada por una maravillosa interpretación y un clima opresivo muy bien logrado, atraviesa al espectador de una manera particular. No se sale de allí del mismo modo en que se ingresó.

Ficha de la obra

  • Autor: JORDI CASANOVAS
  • Director: NELSON VALENTE.
  • Protagonistas: Vanesa González, Martín Slipak, Gustavo Pardi, Gastón Cocchiarale, Lucas Crespi y Julián Ponce Campos.
  • Días: Domingo
  • Horario: 18hs.
  • Teatro: Picadero (Pje E. S. Discépolo 1857).
  • Entradas: $1500