Señalizaron el sector 134 del cementerio de Avellaneda

Fue utilizado para enterrar a víctimas de la dictadura como NN.

El sector 134 del cementerio de Avellaneda fue señalizado. Fue utilizado para enterrar como NN a víctimas de la dictadura cívico-militar del circuito Camps. En vaqueras y fosas comunes fueron encontrados allí los restos de 336 personas, la mayoría con disparos en la cabeza.

La señalización fue inaugurada esta semana, en un emotivo acto que contó con la presencia del ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi; el intendente de Avellaneda, Alejo Chornobroff; el presidente del Concejo Deliberante, Hugo Barrueco; y el secretario de Derechos Humanos, Claudio Yacoy.

“Inauguramos la señalización, puesta en valor e intervención artística del camino hacia el sector 134 del cementerio”, comentó el jefe comunal, quien precisó que fue un trabajo conjunto de entre el Instituto Municipal de Cerámica y la Secretaria de Derechos Humanos.

El sector 134 fue usado por la Policía bonaerense para enterrar a víctimas de la dictadura, quienes eran sacadas de centros clandestinos de detención y exterminio del Circuito Camps bajo la excusa de un traslado y eran ejecutadas. Eran enterrados como NN. Se encontraron en total restos de 336 personas, la mayoría menores de 35 años y con disparos en la cabeza. Los cuerpos estaban distribuidos en 19 vaqueras y 18 fosas individuales.

En el marco del Juicio Brigadas, Patricia Congett, hija de Jorge Congett, reclamó que se determine qué pasó con el sector, ya que fue construido un mausoleo de la Policía. “Ni siquiera nos dan la tranquilidad de saber dónde están los restos de nuestro padre, advirtió la mujer, en la audiencia 36. “Puedo llegar a pensar que mi padre está ahí y no fuera así, podrían estar otros”, respondió ante la consulta de la querella representada por Yacoy.

El sector 134

En los primeros meses  de 1976 y por orden del intendente de facto  de entonces, el coronel Marcelo D´elía, se construyó un muro de tres metros de alto y unos 30 de largo entre el paredón de la calle Oyuela y el cementerio con el objetivo de aislar al sector donde funcionaba la morgue y que no quedara al descubierto las cosas que allí sucederían. El sector se denominó con el número 134.  Se colocó un portón que permitía evitar la entrada principal y tener una entrada independiente sobre la misma calle Oyuela.

Las llaves del sector 134-Morgue fueron entregadas al personal de la comisaría de Sarandí y de la Unidad Regional II de Lanús. Con el área, de unos 300 metros cuadrados,  aislada y lindera a la morgue, se comenzó la tarea de ocultamiento de las víctimas durante los primeros meses de 1976.

Los empleados del cementerio recibían la orden de cavar fosas de 2 metros  de ancho, 4 de largo y 2 de profundidad que se denominan vaqueras. Las vaqueras eran fosas comunes. Las vaqueras eran cavadas durante el día. Según declaraciones de personal del cementerio de Avellaneda, entre 1976 y 1978, las vaqueras se realizaban cada 20 o 25 días.  Por la madrugada, camiones policiales y del ejército traían los cuerpos que iban a parar a las vaqueras. Los vehículos entraban de culata por la calle Oyuela. De noche, cuando se hacían los traslados, los vecinos debían apagar las luces, de lo contrario los militares disparaban contra los edificios.

En los libros del cementerio quedaron registrados los ingresos de los cuerpos NN, casi todos ellos fusilados en simulacros de enfrentamientos. El procedimiento consistía en sacar de los centros clandestinos de detención del circuito Camps a grupos de detenidos desaparecidos con la excusa de trasladarlos. Ya en la calle, se buscaban lugares más o menos alejados de grandes concentraciones urbanas, se los bajaba de los vehículos en los que eran trasladados y se los asesinaba a balazos. Luego eran ingresados como NN al cementerio y el primer cuerpo del ejército emitía un comunicado donde se daba cuenta del enfrentamiento y la cantidad de “subversivos abatidos” y era publicado sin modificaciones por los medios de comunicación de la época.

La búsqueda de restos

En 1984, nació el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para investigar los restos humanos que comenzaron a descubrirse en los diferentes cementerios del país y que se suponía pertenecían a los ciudadanos detenidos desaparecidos. La investigación determinó tras el trabajo de exhumación que los destinos de las víctimas del terrorismo de Estado fueron esencialmente tres: enterramientos clandestinos como NN en cementerios municipales; enterramientos clandestinos en Centros Clandestinos de Detención o áreas militares y el arrojarlos al Río de la Plata.

El EAAF comenzó en octubre de 1986 a trabajar en el sector 134 del Cementerio de Avellaneda por orden de la justicia para buscar los restos de Rafael Perrota, director del Diario El Cronista Comercial, quien fue secuestrado en la Ciudad de Buenos Aires en julio de 1977. Se trabajo en un área de 2 metros cuadrados. Allí no se encontró el cuerpo de Perrota, pero sí los de otras 11 personas.

El EAAF retoma su trabajo en el sector 134 del cementerio Municipal de Avellaneda en junio de 1987. Esta vez por orden judicial, se busca el cuerpo de María Teresa Cerviño. La búsqueda comprende la totalidad del sector 134, alrededor de 300 metros cuadrados. Los trabajos de excavación duran hasta 1992. Los resultados fueron el hallazgo de la fosa común más grande de las halladas hasta el momento

Con estas identificaciones se pudo establecer una conexión entre los Centros Clandestinos El Pozo de Banfield, ubicado en Lomas de Zamora, y El Vesubio, que funcionó en La Matanza. La mayoría de estos identificados fueron vistos por testigos en estos CCDyE y asesinados en enfrentamientos fraguados en el conurbano bonaerense. Los menos fueron muertos en enfrentamientos y también enterrados de manera clandestina.