Las niñas de cristal, un thriller frenético y profundo para no despegarse de la pantalla


En detalle

Es una película necesaria de ver y de atravesar, no sólo por su calidad de realización, guión y actuaciones, sino porque vuelve a traer a la agenda la conversación sobre ciertos temas de vital importancia.
Dirección 8.0
Guión 6.0
Fotografía e iluminación 8.0
Actuación 6.0
Diseño de sonido 10.0
Lo mejor
Navega aguas turbulentas con la mayor de las alturas. Mantiene un ritmo frenético que no le queda grande, acompañado de una fotografía y una banda sonora que resulta inmejorable.
Para mejorar
Falta profundizar en la psicología de ciertos personajes, incluso en los protagonistas. Podría haberse mostrado aún más la intimidad individual de cada uno.

Las niñas de cristal es la nueva película española original de Netflix que cuenta la historia de Irene, una joven bailarina que tras el suicidio de la estrella principal de la presentación de Ballet Clásico Nacional es seleccionada para el protagónico.

La película está dividida en dos actos, y está precedida por una introducción que vendría a oficiar de prólogo. Esta secuencia nos plantea el universo que vamos a explorar durante las siguientes dos horas y media. Una bailarina en la oscuridad de una terraza, con la mirada totalmente perdida, pone música y comienza a desplegar sus habilidades hasta terminar arrojándose al precipicio. Este prólogo constituye sin ninguna duda el comienzo más interesante, trágico, oscuro y bello que se podría haber ideado para esta película, y con total eficacia nos sitúa en el lugar correcto como espectadores para lo que va a venir después.

La bailarina que se suicida al comienzo es María, la figura principal de la compañía de Ballet Clásico Nacional que es la más importante del país y con un gran prestigio. El grupo es liderado por Norma (Mona Martínez), una ex bailarina que decidió dedicar su vida entera a llevar adelante la compañía, que es lo único que le importa. Es excesivamente estricta y está dispuesta a cualquier cosa con tal de lograr el éxito en el show. Tras la tragedia de María, es Norma quien elige a Irene para ser la figura principal en su reemplazo, contra todo pronóstico, ya que hay algunas otras jóvenes que perfilan mejor para ese puesto.

Con sorpresa y la más inmensa felicidad Irene comienza a ponerse en la piel de Giselle, la protagonista del número que van a presentar pronto. Los ensayos son exhaustivos y de un nivel de exigencia propia y externa muy altos. Ya obsesionada con su peso y con la imagen que le devuelve el espejo, los estándares inalcanzables que anhela y que desde la compañía se le imponen, la asfixian cada vez más. Su único respiro aparece cuando conoce a Aurora (Paula Losada), otra bailarina de la compañía de perfil bajo y tímida, que parece no encajar en ningún grupo y a quien se une rápidamente. Juntas logran una conexión extraña e inexplicable a la que acuden cada vez que sienten que no pueden más con el mundo y con sus vidas.

Un ritmo frenético que lleva con altura

La película navega aguas turbulentas con la mayor de las alturas. Mantiene un ritmo frenético e incesante que no le queda grande nunca, y que sabe llevar acompañándolo con una fotografía oscura y una banda sonora influenciada por la música clásica, tal como la trama exige, y resulta inmejorable. Desde un primer momento somos testigos de la oscuridad y el halo de misterio que envuelve el film, se nos sirve como un sofisticado plato en la mesa, y se mantiene hasta que aparecen los créditos finales. La construcción de los personajes está puesta a disposición de este planteamiento general, presentándonos figuras con muchos matices, que esconden algo, que con sólo verlas podemos adivinar la tristeza y el vacío detrás de sus ojos. Todos estos pequeños detalles van engrosando el hilo conductor de esta historia.

Hay pocas cosas que diferencien esta película de El cisne negro de Darren Aronofsky, que se ha constituído como un clásico del género drama o thriller psicológico. Es una de las pocas películas que han sentado un precedente en cuanto a mostrar lo que pasa tras bambalinas si del arte del ballet se trata. Pero la película que mencionamos se caracteriza por construir una historia basada en la profunda soledad a la que te arroja ese universo y las consecuencias psicológicas y físicas que puede causar en una persona. Las niñas de cristal, en cambio, de una manera totalmente trágica y retorcida, pone una luz al final del túnel intentando traer a la conversación la importancia de la compañía. La amistad y la unión como salvación, como acompañamiento, en la salud y sobre todo en la enfermedad y hasta el minuto final.

Si hubiese que hacerle algún tipo de crítica quizás sería la falta de profundización en ciertos personajes, e incluso también en los personajes protagonistas. Podría haberse mostrado aún más la intimidad individual de cada uno para hacer más rica su construcción y más densa la atmósfera de la trama. Son apenas detalles los que le faltan para constituirse como una gran obra en su totalidad.

Pero es, sin dudas, una película necesaria de ver y de atravesar, no sólo por su calidad de realización, guión y actuaciones, sino porque vuelve a traer a la agenda la conversación sobre ciertos temas de vital importancia como lo es la intimidad del ballet y las compañías de baile. Lo violenta que puede llegar a tornarse la exigencia inhumana que realizan los profesionales que llevan adelante los shows a sus propios bailarines. Los trastornos alimenticios, la disociación del cuerpo y hasta de la propia mente. Las familias que no apoyan, y las que apoyan con la mayor de las exigencias y obligaciones para vivir a través de sus hijos sus propios sueños frustrados. La soledad y el dolor que se vive puertas adentro a un nivel tan alto que la única salida posible a la liberación, sea la propia muerte.

Ficha técnica

Título original: Las niñas de cristal
Año: 2022
Duración: 139 minutos
Género: Drama, Thriller psicológico
Dirección: Jota Linares
Reparto: María Pedraza, Silvia Kal, Mona Martínez, Marta Hazas, Ana Wegener
Dónde ver: Netflix