Los intendentes, la provincia, y el pato de la boda

Los números ilusionan al peronismo a nivel nacional, pero provincia y municipios podrían ser el pato de la boda.

Como se esperaba, el fin de la participación argentina en el Mundial abrió prematuramente el tiempo electoral en Argentina con la mirada puesta en las elecciones de 2019, que en la provincia de Buenos Aires implicará la renovación de todos los cargos ejecutivos -presidente, gobernador e intendentes-, además del recambio parcial de los órganos legislativos. En parte, el lanzamiento de la carrera se percibe en la proliferación de encuestas que comenzaron a circular en las últimas horas, que ya no son estudios de imagen u opinión sobre la gestión de gobierno sino que miden intención de voto en distintas combinaciones de candidaturas. Los números ilusionan al peronismo a nivel nacional, pero provincia y municipios podrían ser el pato de la boda.

Macri iría a ballotage.

Se sabe que la lejanía de la fecha electoral, que para los encuestadores es la hora de la verdad, relaja la presión sobre las consultoras, muchas de las cuales se ven tentadas en esta etapa inicial a favorecer con sus números las posibilidades de quien las contrata.

Sin embargo, hay estudios que justamente por el origen del financiamiento no pueden ser sospechados de dibujar resultados en contra de los intereses de quienes los financian y permiten entonces una lectura más confiable al menos en ese aspecto.

En cualquier caso, la mayoría de los análisis coinciden por estas horas en que el electorado argentino se organiza hasta el momento en un esquema de tercios, aunque con uno de esos grupos aún en formación.

Tres tercios

La cosa sería así: Mauricio Macri mantiene el respaldo electoral del núcleo duro de votantes que lo acompañó en la primera vuelta electoral en 2015. A pesar de las dificultades en la marcha del Gobierno y de la indomada crisis económica, un 30 por ciento del electorado está dispuesto a volver a acompañarlo. El problema para el Presidente es que esos números no evitan que deba competir en un ballotage contra el otro candidato más votado, y, además, parece estar complicado para conseguir los -aproximadamente- 20 puntos adicionales que necesita para ganar la doble vuelta.

El segundo tercio lo mantiene la expresidenta Cristina Fernandez de Kirchner, consolidado después de la sucesión de errores y problemas que protagonizó el Gobierno desde que se desató la crisis a fines de abril y el consiguiente empeoramiento de todos los indicadores económicos. Al parecer la líder de Unidad Ciudadana conseguiría, si ella misma fuera candidata, un porcentaje a nivel nacional apenas por debajo del 34% que obtuvo en 2017 en la provincia de Buenos Aires como aspirante al Senado.

Cristina podría ser candidata

El tercer tercio lo representa el peronismo no kirchnerista, donde se agrupan un conjunto de dirigentes que tienen aspiraciones presidenciales: Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Sergio Uñac, Alberto Rodríguez Saa, Felipe Solá, Florencio Randazzo, José Manuel de la Sota y hasta José Manzur. Algunos incluso le agregan a la encuesta los nombres de Marcelo Tinelli y Roberto Lavagna. En cualquier caso, ese espacio muestra todavía una heterogeneidad que complica la lectura de los sondeos.

Matizan estos trazos gruesos algunos datos que hacen diferencia: Primero, no parece ser lo mismo Mauricio Macri que María Eugenia Vidal. La Gobernadora se mantiene por arriba del propio Presidente en intención de voto. Segundo, no está claro que Cristina Kirchner sea la candidata de ese espacio. Si no lo fuera, los números cambiarían significativamente. Tercero, la falta de liderazgo en el peronismo no kirchnerista impide conocer el verdadero potencial de ese espacio, fundamentalmente porque no está claro que las intenciones de votos de cada uno de esos candidatos se sumen matemáticamente.

Doble vuelta

De todos modos, el escenario del ballotage no parece estar en discusión para ningún encuestador, de ningún bando.

Massa y Lavagna, posibles candidatos.

Sobre lo que obviamente no hay coincidencias es respecto del resultado de ese ballotage. Para citar solo dos ejemplos concretos: según un estudio realizado por la consultora Synopsis, vinculada al radicalismo, Mauricio Macri ganaría en doble vuelta contra cualquier candidato opositor. Le sacaría 13 puntos de ventaja a Urtubey, si fuera el caso, o 7 puntos a Cristina, si compitiera con ella.

Sin embargo, el último trabajo de Hugo Haime -un consultor que históricamente trabaja para el peronismo-, afirma que Macri perdería un ballotage con cualquier candidato. Cristina superaría al presidente por 8 puntos, Massa tendría un triunfo más holgado (casi 19 puntos) y Urtubey le sacaría 12 de ventaja.

Si este último fuera el escenario, el presidente a partir de 2019 sería el opositor más votado en la elección de primera vuelta, por lo que el desafío de Cristina sería ganarle al candidato del Peronismo Federal – Frente Renovado, y a la inversa, destronar al kirchnerismo de la doble vuelta depositaría a un peronista en la presidencia, aún con más holgura.

Esa eventual fortaleza electoral de los dos espacios peronistas -kirchneristas y no kirchneristas- es lo que complica, al menos en la provincia de Buenos Aires, al candidato a gobernador y a los intendentes.

Provincia y municipios

En ninguno de esos niveles existe la doble vuelta electoral, es decir que el ganador se impone por mayoría simple -más votos que los demás, cualquiera sea el porcentaje obtenido-, por lo que una fuerte competencia entre dos candidatos peronistas a gobernador o a intendente podría dividir el voto opositor a tal punto que abriría las puertas a un triunfo de Cambiemos, aún en lugares donde gobierna el peronismo. Pero esa cuenta por ahora sólo preocupa a los damnificados directos, que deberán decidir de qué lado del peronismo alínean su tropa.

Para salvarlos de esa encrucijada circuló en los últimos días una iniciativa que murió al mismo tiempo que veía la luz. Desde algunos sectores del massismo habían propuesto desdoblar las elecciones bonaerenses, de manera que se elija a los intendentes antes de los comicios presidenciales. Así, los jefes comunales no deberían dividir su preferencia entre kirchnerismo y no kirchnerismo, podrían consolidar su pago chico, y luego, con el intendente ya elegido, resolver la cuestión nacional.

Parece que nadie en Cambiemos encontró utilidad a semejante modificación del calendario electoral, por lo que, al parecer, no hay cambio de menú. Por el momento el pato sigue siendo el plato principal de este festejo.

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