Papá Noel llenó de magia las calles de Lomas de Zamora

Recibió a los chicos que se acercaron a saludarlo bien temprano al cuartel de Bomberos de Lomas de Zamora y luego salió a recorrer las calles.

Papá Noel
Foto: Bomberos Voluntarios de Lomas de Zamora

¿Qué le pediste?, le pregunta un nene de 6 años a otro que tiene algunos menos pero la misma ilusión de tener ese regalo tan preciado en el Arbolito. Padres -acalorados- disfrutan de las sonrisas de los locos bajitos que no pueden creer que Papá Noel está ahí, en el mismo lugar que ellos. Cartas van, deseos vienen, felicidad y magia en las calles de Lomas de Zamora porque el señor del traje rojo y barba blanca tupida volvió a dar el paseo tan esperado.

Las restricciones por la pandemia impidieron que Papá Noel recibiera la vista de los chicos en el Cuartel de Bomberos de Lomas de Zamora, ubicado sobre la calle Saavedra, el año pasado pero hubo revancha. El barbijo era obligatorio y nadie se animó a no hacer caso a la recomendación por temor a recibir carbón en lugar de un regalo.

Se armó un escenario especial para que ese señor, que sigue despertando ilusión y repartiendo magia, recibiera a los vecinitos lomenses. Los regalos, ordenados y con una envolutara muy delicada, estaban a un costado. Él, sentado en un imponente sillón. Así, Papá Noel recibió a los chicos que se acercaron a saludarlo y porqué no, dejarle la cartita que armaron con tanto esmero.

Una vez que saludó a los presentes, emprendió el paseo por las calles de Lomas de Zamora, porque nadie quiere perderse ese momento. Desde las veredas, chicos y grandes (algunos muy grandes pero con la ilusión de un chiquito de 3 años) lo saludaron al verlo pasar. ¿A qué hora empieza a recorrer el Mundo para repartir los regalos con el trineo? Se preguntaron unos pocos. ¿No tiene calor? Se preguntaron todos. Es que en el marco de una jornada con 35 grados de máxima, se vistió de gala y no le faltó el gorro ni el abrigo que usa para tolerar las bajísimas temperaturas del Polo Norte.

Una vez más, la magia se sintió en las calles lomenses. Una vez más, la ilusión creció en vísperas de la noche en la cual ese señor de traje rojo y barba blanca ingresa a las casas para dejar sorpresas en el Arbolito. Y cuando suenen las doce campanadas, comenzarán las corridas para ver si pasó por ahí y dejó lo estrictamente solicitado. Algunos tendrán su regalo anhelado, otros se sorprenderán por la cantidad de paquetes y otros (los más agrandes) aguardarán con paciencia que los más chicos terminen de abrir sus regalos para dar comienzo al ritual. En todos los casos, la magia volvió a las calles lomenses y ahora sólo resta esperar a los Reyes Magos