El castigo, un film que invita a reflexionar sobre la maternidad


En detalle

Cuenta la historia de dos padres que buscan a su hijo desesperadamente, que, tras haberlo dejado solo unos minutos, desaparece.
Dirección 7.5
Guión 7.0
Fotografía e iluminación 7.0
Actuación 7.5
Diseño de sonido 7.0
Lo mejor
Es interesante la forma en la que el director encontró los recursos para acaparar al público con una premisa, en principio, policial, de suspenso, con todas las hipótesis que se generan en torno a la desaparición del chico y su posible peligro, para después sumergirlo en una historia profundamente dramática.
Para mejorar
Se construye desde la realización técnica una estética austera, que se sirve de los recursos escasos que tiene alrededor: un solo escenario en exterior, y cuatro personajes.

El castigo es la nueva coproducción chileno-argentina  dirigida por Matías Bize y estrenada recientemente por la plataforma CINEAR Play. Cuenta la historia de dos padres que buscan a su hijo desesperadamente, que, tras haberlo dejado solo unos minutos, desaparece.

La película inicia con una escena que nos contextualiza de entrada para entender dónde estamos y cuál es el conflicto que abordará la trama. Ana (Antonia Zegers) maneja el auto concentrada y con la mirada fija en la ruta que está rodeada por bosques, como si lo hiciera de manera automática. A su lado, su marido Mateo (Nestor Cantillana), insiste con que deben volver, y que lo que están haciendo es una locura. Ana no contesta ni lo mira, y esto provoca un crescendo en la desesperación de Mateo, que se pone cada vez más insistente. Pocos segundos después, y de manera abrupta, Ana da un volantazo y  pega la vuelta.

No tardamos en hilar los sucesos para entender lo que en principio nos inquietó: Lucas, el hijo de siete años de este matrimonio, se estaba portando mal, y pedía a gritos bajarse del auto para ir al bosque. Sobrepasada por la situación y el cansancio que le provoca, Ana decidió castigar a su hijo dejándolo solo en bosque y yéndose con el auto por unos minutos, en un intento de asustarlo y que aprenda. Pero lo que no esperaba, ni ella, ni su marido, es que al volver al lugar donde habían dejado a Lucas, él ya no estuviera ahí.

La película dirigida por Matías Bize y coproducida entre Argentina y Chile, contiene un interesante planteo para analizar. La desaparición de Lucas, un niño de siete años con un presunto trastorno de déficit de atención e hiperactividad, funciona como excusa para contar algo, quizás, más importante.

El castigo es un film que se despliega por completo en exteriores, y más precisamente, en una única locación, que es este bosque al costado de una ruta poco transitada. Esto provoca, a priori, un extrañamiento para la mirada del espectador, que no está acostumbrado a ver películas que transcurran enteramente en un mismo tiempo y en un mismo espacio, en el que casi no se evidencia el transcurso de las horas. Como si se intentase contar una historia que requiere de una simbólica detención del tiempo real.

La escalada de desesperación y preocupación de los personajes a partir de este primer conflicto, es inminente. Tras buscar a su hijo superficialmente por la parte del bosque donde lo habían dejado, y encontrar el gorro que llevaba puesto tirado en el pasto, no tardan en dar aviso a la policía, pero modificando el discurso de lo sucedido, para conservar las apariencias de padres buenos y responsables, y evitar que se cuestione su posible negligencia en la situación que tuvo como consecuencia la desaparición de su hijo. El problema es que pronto se hará de noche, Lucas es pequeño, no lleva abrigo consigo, y se comenta que en ese bosque a veces se hacen presentes los pumas.

Toda la película transcurre con una cámara que atestigua la búsqueda de los padres y la policía, haciendo al espectador, parte de todos los estadíos que atraviesan los personajes. La culpa, la bronca, el enojo, la tristeza, y un planteo que comienza a deslizarse con sutileza hasta acaparar completamente la atención y la trama: una madre que pone en palabras, que una parte de ella desearía no encontrar nunca a su hijo, porque desde que quedó embarazada tuvo que renunciar a su vida y a su felicidad.

Es interesante la forma en la que el director encontró los recursos para acaparar al público con una premisa, en principio, policial, de suspenso, con todas las hipótesis que se generan en torno a la desaparición del chico y su posible peligro, para después sumergirlo en una historia profundamente dramática, que le pone pausa a todo lo que existe alrededor, a todo el artificio, para dejar debajo de los reflectores a los personajes, madre y padre que desnudan sus discursos, que se contraponen, en el que quizás sea el momento más terrible de sus vidas.

Así es como se construye desde la realización técnica una estética austera, que se sirve de los recursos escasos que tiene alrededor: un solo escenario en exterior, y cuatro personajes, de los cuales solo dos son protagonistas, interpretados por actores que componen estos papeles a la perfección, logrando tomarle el tiempo justo, la pausa y el tono a los personajes que representan. Es llamativa la elección de la no utilización de música, porque no es algo que se suela hacer en ninguna producción. Pero en esta sí, ni siquiera existe una musicalización durante los créditos de la película, porque esta historia que se quiere contar, donde una madre se arrepiente de serlo, y confiesa, con toda la culpa y el dolor que le implica, que sería feliz sin su hijo, se alimenta de la profundidad del silencio.

Ficha técnica

Título original: El castigo
Año: 2022
Duración: 80 minutos
Género: Drama
Director: Matías Bize
Reparto: Antonia Zegers, Nestor Cantillana, Julieta Zylberberg, Sebastián Molinaro, Osqui Guzmán
Dónde ver: CINEAR Play