No encontré título, tal vez sea “catarsis”


Empiezo a escribir pensando que cuando termine, mucho de lo expresado quede fuera de contexto. O tal vez no, vaya a saber… Hoy vemos monólogos de Tato Bores que parecen de ayer. 

La idea original, era enfocarme en cuestiones y medidas económicas, pero el  grado de locura, imprevisión e incoherencia, me llevó a encarar hacia otro lado y deje que fluya, así que de entrada les voy pidiendo las disculpas del caso.

El gobierno con sus decisiones muestra las prioridades que establece y supondría que deberíamos entender esto como las líneas de código de su programa. Pero actualmente, al menos yo, no logro discernir, si es inentendible o inexistente.

Con el COVID-19 y la cuarentena obligatoria a cuestas se han puesto en marcha medidas coyunturales, como ingresos de emergencia, prórrogas de vencimientos impositivos o de alquileres, que no se corten los servicios, prohibición de despidos, admisión de cheques rechazados o sin fondos, reducción de contribuciones sociales, entre otras similares, digamos, un intento de alivio, pero solo temporal,  tipo patear para adelante, como si uno en los próximos meses pudiera generar el doble trabajando normalmente. Y esperemos que para ello ninguno tenga la brillante idea de duplicar los precios.

Tengo la sensación que si la pandemia es realmente del grado que parece, entonces se la subestimó casi dos meses, para luego empujarnos a una cuarentena, urgente, que llevó a muchos, contra reloj, a implementar un teletrabajo, con sus costos, corridas y aún sin tener en claro, en muchos casos, su utilidad.  Y quienes no pudieron, o no les sirve, simplemente dejaron de trabajar. Y sin ingresos, resulta complicado mantener al día las cuentas de su negocio y de su vida particular.

Creo que el Presidente tuvo la oportunidad de generar una gran imagen (en serio y sin relato) y conseguir que se reconociera su gestión como adecuada al momento. Pero demostró que difiere bastante del estadista que nos quieren vender. Y tanto es así, que aún con los planetas (y los medios) alineados para convencer que es un superhéroe mesiánico que nos salvará, cuesta encontrar una medida extraordinaria, de esas que uno dice pucha!, este sabe lo que hace, y esto no se le ocurrió a nadie. Y hasta quisiera pensar que él mismo debe estar preguntándose si no se equivocó en la gente que eligió, porque no parecen estar a la altura.

Los veo como ludópatas, que siguen apostando por lo que les viene haciendo perder desde hace tiempo, pero convencidos que se dará vuelta la suerte, y milagrosamente saltará la banca para refregarle lo que ganaron al que le pedía por favor que dejara de apostar. Y en esa postura, no se permiten tener una idea innovadora, o al menos una que no se haya usado y fracasado cientos de veces. No son capaces de flexibilizar nada de su pensamiento y hasta siguen chicaneando en cuanta oportunidad tienen, al que piensa distinto, como basándose en ese espantoso dicho de estas conmigo o en mi contra. Para terminar, no solo cayendo en más de lo mismo, sino tampoco anticipando las consecuencias de sus propias medidas. 

Así, se intentó imponer un amortiguador de impacto económico en la opción entre salud y economía, como si fuera cara o cruz, y no se pudo. Siendo ésta última, por definición la ciencia que estudia la administración de los recursos existentes (y sobre todo escasos) para satisfacer las necesidades de la gente, no se la puede escindir de la actividad humana.

Personalmente, no logro comprender por qué el Gobierno persiste en sostener situaciones que lo erosionan.  El Presidente no debería exponerse a las mezquindades de algunos y las ineptitudes de otros sin tomar medidas en consecuencias. Excepto que sean también suyas.

No pareciera ser la mejor medida mandar gente a la calle a controlar precios y cerrar negocios, y después pagar sobreprecios descomunales por contratación directa a empresas, como mínimo raras, que no son los fabricantes de esos productos. Era realmente necesario, en momentos de emergencia sanitaria, asignar partidas millonarias a Tristán Bauer, si, el del video de cuando ésta próspera Argentina de las pymes solidarias que tienen que ganar menos, era tierra arrasada, y a Río Turbio de Aníbal ídem que no pareciera estar produciendo mucho que digamos. O, por no mencionar sólo dinero, que necesidad habría de poner en marcha la ciberpatrulla que a muchos nos refiere a la policía del pensamiento de 1984 de Orwell.

Desde hace tiempo este país ha hecho, sistemáticamente, todo lo necesario para perder  la seguridad jurídica,  la credibilidad y la confianza, imprescindibles para el desarrollo de un país,  sin que ello genere siquiera un poco de incomodidad en gran parte de la sociedad.

Entonces no asombra ni avergüenza caer en default, o la ocurrencia de uno de cobrarle un impuesto adicional al que exteriorizó bienes, siendo que el que blanqueó, pagó un impuesto justamente para regularizarse y estar en igual condiciones que el resto de los contribuyentes. Entonces, se vulneraría una ley, sería inconstitucional, y confiscatorio. Pero vaya a saber que entienden por blanqueo.

Tampoco el resentimiento por el que ha generado riqueza que parece obligado a pagar más de lo que la ley indique. No importa cuántas familias dependan y vivan gracias a sus empresas, ellos han alcanzado el nivel de empresarios miserables. Ni hablar si es agropecuario.  O que fanáticos y  periodistas militen todo lo contrario a lo que pregonaban hace no muchos meses, asemejando a aquella frase de Groucho Marx que decía “Estos  son mis principios. Si no les gustan, tengo otros”.

O que se ignore el reclamo de solidaridad que se le aplicó al resto, y ni siquiera intenten reducir el gasto político, sabiendo que a un click en internet podemos ver, que el costo de un legislador acá es mucho mayor, en euros, que el de un país que se maneja en euros.

Ni indigne que se omita la idoneidad para los cargos, y así podamos tener a familiares de alguien en puestos de relevancia con la misma preparación que podría tener un chef para director de  un banco, u otra gran mayoría que no han tenido más trayectoria exitosa laboral que haber sido militantes y ahora… políticos.

O que se normalice conseguir un quorum sentando a un diputado que no lo es. O candidaturas testimoniales, entre cantidad interminable de etcéteras, que van para casi todos los gobiernos y partidos.

¿Realmente, alguien creerá que se hacen las cosas acordes a un tipo de país que queremos y a su clase de gobierno? Porque no se puede lograr seguridad jurídica si se incumplen y/o cambian las leyes como se quiere o conviene. No se puede ser creíble, si un diputado electo por un partido se va a otro sin dejar la banca, como si creyeran que los eligieron a ellos y no al partido. Si se piensa así, entonces, eliminemos la sábana y que se elija a la persona. Tal vez así, se los conocería y no entraría cualquiera. Y hasta permitiría que el ciudadano elija a los que quiera, aunque sean de distintos partidos. Pero, por otro lado, si se decide seguir con la sábana, entonces que la banca sea del partido que la ganó y si se va o lo expulsan, la banca le queda al que le sigue. Algo con un poco más de credibilidad.

Como generar confianza si se incumplen las promesas. Si un candidato logra ser electo haciendo promesas, fijando objetivos para luego hacer todo lo contrario, incluso decir que sino nadie lo hubiera votado. Entonces. ¿Que se elige? ¿Un plan de gobierno y sus ejecutantes, o un partido independientemente de lo que vaya a hacer?

Convengamos que lo normal es que, si un administrador, gerente o como le quieran llamar no responde a los objetivos que le fija quien lo eligió, se le juzga la gestión, incluso se lo despide o destituye. Tal vez deberíamos plantear algo innovador, como que la plataforma tenga algún poder vinculante. Y se pueda juzgar si alguien hace lo contrario a lo que dijo que haría. Parecería un poquito más demócrata, que lo que es hoy, donde el gobierno dice representar a quien los eligió pero hace la suya.

Es naif y hasta utópico esto. Si, claramente. Cada día, cuando leo una medida, una noticia o el boletín oficial me doy cuenta que en el fondo estoy pensando que es un país inviable cuya única salida es Ezeiza. Pero porque vivo acá, hago el esfuerzo, por convencerme que se puede cambiar esta Argentina. ¿se podrá?