Lo atamos con alambre


Desde que comenzó la cuarentena, que casualmente coincidió con el inicio del año escolar, se demostró que es un muy buen recurso que hasta ahora está funcionando para combatir la pandemia.

Dicho esto, es lo que es, una herramienta, como lo es la educación por ejemplo. Entonces no puedo evitar pensar en cómo los argentinos usamos las herramientas.

La noción de herramienta de la cuarentena para lidiar contra la pandemia me recuerda al alambre del dicho argentino “lo atamos con alambre”. No estoy cuestionando la cuarentena, muy por el contrario, considero que es fundamental. No es la herramienta lo que cuestiono sino cómo la usamos. Como usamos los argentinos las herramientas o los recursos, pero especialmente cuándo, en qué momento nos decidimos a usarlos.

Recuerdo casi de toda la vida que la educación es un problema que tenemos sin resolver. Cada año lectivo que comienza arroja una lluvia de incertidumbres. Incluso antes de terminar el receso de verano empiezan las preguntas. Muchas vinculadas a los actores que participan en el sistema educativo, ministros, políticos, maestros, gremios. Entonces nos preguntamos todos: ¿comenzarán las clases? ¿Habrá acuerdo con los docentes y los gremios? ¿Estarán dadas las condiciones salariales, de insumos, de infraestructura? Al mismo tiempo, se van dando los debates sobre el propio sistema educativo, los contenidos, la modalidad de enseñanza-aprendizaje, las actualizaciones, los avances en el mundo. Y esos interrogantes nos enfrentan con otras preguntas como ¿qué les estamos enseñando a nuestros alumnos? ¿Qué cosas necesitan aprender realmente? ¿Cómo les enseñamos? ¿Por qué seguimos utilizando métodos de enseñanza de hace dos siglos?

Seguramente muchos especialistas en el tema tengan respuestas y soluciones para estas y muchas otras preguntas pero, por alguna razón que desconozco, la educación parece no ser permeable a cambios profundos. El caso es que el ciclo lectivo vuelve a comenzar y se repite año a año sin ningún cambio sustancial. Pero en marzo de 2020 cambió todo.

Lo que no había pasado nunca está ocurriendo ahora. Este año no hubo tiempo de revisar y replantear problemas salariales y urgencias de escuelas que se caen a pedazos. No hubo tiempo de organizar un gran debate sobre la reforma educativa, los planes, los contenidos, las modalidades de enseñanza-aprendizaje, este año el ciclo lectivo dio un salto al vacío.

Como suele suceder en la Argentina, casi nunca los cambios en pro de adaptarnos a la tendencia de última generación resultan de la planificación y el diseño de un camino hacia la meta. Muy por el contrario, cuando conseguimos un salto de calidad parece responder a una acción disparada por una urgencia, como un día fue urgente bancarizar la economía, hoy nos urge hacer algo con la educación. Parece que sólo avanzamos cuando, dicho vulgarmente, el agua nos llega al cuello.

La pandemia por el covid-19 irrumpió en el mundo y llegó a la Argentina. El virus nos llevó a una cuarentena y la cuarentena nos llevó a responder a varios problemas que ya teníamos. Y estos problemas nos llevan a las mismas preguntas: ¿qué vamos a hacer con la educación?

Otra vez vuelvo a pensar que sin duda hay quienes analizan de verdad estas cuestiones y probablemente hayan diseñado planes y proyectos para responder.  Pero como sociedad argentina la situación es diferente. Es cierto que estamos haciendo “algo” con la educación. Los alumnos de todos los niveles están cursando el año con modalidad virtual o a distancia. Encontramos una solución de emergencia para un problema grave y urgente. Pero a esto ¿podríamos llamarlo “cambio del sistema educativo”?

La práctica con la que estudian los chicos hoy demuestra que es distinto. Desde su casa con tareas online. Ha cambiado la forma. Probablemente una conquista. Tarde o temprano había que incluir las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, no creo que este hecho soslaye las preguntas por los contenidos que estudian los chicos. Tal vez algunos contenidos se hayan modificado en función de adaptarse a la metodología actual, pero esto no cierra el debate sobre lo que enseña, la escuela. Podrán decirme que es esta la oportunidad de empezar a pensar en esas reformas y actualizar los contenidos curriculares, y no me parece mal. El problema es que suena otra vez a provisorio, suena a la idea de “alambre”, sobre la marcha, con lo que tenemos, como se puede. Hacemos algo lo mejor que podemos para salir del paso y es mejor que nada, sin duda. No descarto que esta sea una oportunidad para progresar y empezar a hacer las cosas mejor, pero necesitamos pensar de verdad cómo hacemos para aprovechar las herramientas de manera más eficiente. Es importante utilizar la cuarentena para generar recursos solventes contra este virus, es necesario diseñar un proyecto con la educación como herramienta también hacia el futuro.

Entonces ¿cuándo los argentinos nos ponemos a pensar en todo aquello que deberíamos cambiar sin que una fuerza externa nos empuje y nos obligue?