El Flaco Pisarello, un tucumano para imitar

Abogado y defensor de los derechos humanos y la libertad de los tucumanos fue secuestrado, torturado y asesinado por su oposición a la dictadura.


24 de septiembre de 1916

Faltan un puñado de días para que Hipólito Yrigoyen asuma la primera magistratura de la república que alcanzó tras años de luchas para instaurar el voto popular cuando en la ciudad correntina de Salada nace Ángel Gerardo Pisarello, a quien todos conocerán como El Flaco y que en 1976, se les plantó a fuerza de hábeas corpus a Acdel Vilas y Domingo Bussi quienes desde 1975 eran los amos de la vida y la muerte en Tucumán donde hasta los azahares olían a muerte.

Nacido en un hogar de clase media, de crío se trasladó con su familia a Resistencia, en el aún territorio nacional del Chaco, donde su padre estableció una imprenta en la cual empezó a trabajar al tiempo que editaba el precario periódico radical lo que no le impidió conchabarse como auxiliar de contaduría del municipio para luego y a partir de su militancia la UCR, ser nombrado en 1938 como secretario del Concejo Deliberante.

Como buen radical, quiso estudiar la carrera de abogacía e intentó ingresas en las universidades de Buenos Aires y Córdoba, pero fue rechazado en ambas casas de altos estudios a causa de que su primo, el escritor Gerardo Pisarello, era comunista.

Finalmente es aceptado en la Universidad Nacional de Tucumán, donde se radicó y, a la vez que metía materias, se involucraba en la militancia estudiantil que lo llevó a integrar el Consejo Directivo de la facultad y en 1946 ser delegado de la Facultad de Derecho a la Federación Universitaria de Tucumán.

En 1947 junto a Celestino Gelsi y otros correligionarios fundó la Juventud Radical y al año siguiente, aún estudiante, fue electo senador provincial y en 1949 convencional constituyente para la reforma de la carta magna de la provincia a la que había adoptado como suya.

Gran orador, mejor polemista y de pocas pulgas, en 1950, durante el gobierno peronista, fue llevado a juicio polìtico y expulsado de la Cámara a la que regresó al año siguiente gracias al voto popular. Ese año, también logró su título de abogado.

Bájese

En esa legislatura le tocó ser el único opositor en una cámara integrada por 29 senadores peronistas, pero eso no lo intimidó. Su hija cuenta que los diarios de sesiones de la época eno es raro leer: “doctor Pisarello bájese de la mesa porque no tiene la palabra”.

Acusado de desacato por sus crííticas a Perón en una publicación partidaria, fue detenido durante 19 días.

Al mismo tiempo ejerció desde 1955 la docencia Colegio Nacional Bartolomé Mitre de la capital tucumana, y conoció a Aurora Pilar Prados con quien se casó y tuvo cuatro hijos, Aurora (Tatá), Silvia Inés, Ana María y Ángel Gerardo (h).

En su carrera partidaria recorrió el cursus honorum y llegó a liderar el radicalismo tucumano, Tras presentarse como candidato a diputado y senador, en 1965 el presidente Arturo Illia lo designó embajador extraordinario y ministro plenipotenciario en la lejana patria de Fredie Mercuri: la africana Tanzania,

El final

Tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 fue el único abogado defensor de presos políticos en Tucumán y pasaba sus días recorriendo tribunales presentando habeas corpus en favor de personas que eran detenidas-desaparecidas a la mayoría de las cuales no conocía.

Su accionar como abogado defensor de los derechos humanos, le significó recibir amenazas cotidianas y la explosión de dos bombas en su estudio que estaba instalada en la modesta casa familiar de Yerbabuena.

La madrugada tucumana del 24 de junio de 1976, a tres meses del golpe, fue particularmente fría y Yerbabuena fue sacudida, otra vez, por los gritos y patadas con los que el grupo de tareas al mando del ex jefe del Departamento de Inteligencia de la policía tucumana, Roberto El Tuerto Albornoz, entró en la casa del Flaco.

El 2 de julio, su cuerpo fue encontrado por periodistas del diario La Calle que habían ido al Parque Aguirre de la capital santiagueña a trotar. El Flaco era una personalidad conocida por todos, sin embargo, la tortura recibida.había hecho que estuviera irreconocible. Estaba en calzoncillos, tal como lo habían levantado de su casa y atado con alambres.

Lo habían secuestrado de su Tucumán para tirarlo en Santiago del Estero. Para que no queden dudas desparramaron alrededor del cadaver lacerado panfletos en los que se acusaba a Pisarello de “delincuente subversivo” y “defensor de terroristas”.

Sus amigos Félix Justiniano Mothe, Luis Lencina y Miguel del Sueldo viajan a Santiago para reconocer el cadáver. Quieren que firmen que la entre del cadáver de un “hombre muerto por un paro cardio respiratorio”, los aprietan y amenzan. Ellos se niegan.

Sin lugar en Tucumán, su familia se exilia a España.

“…. Tu mejor herencia es que fuiste un hombre del pueblo, fundido en él; comprendías sus miserias, sus pesares, los dolores que lo aquejan. Pero también eras consciente de sus posibilidades. “El radicalismo necesita amamantarse en las expresiones vitales de lo que el pueblo puede dar y construir. Todo cuanto lo niegue es la antihistoria y nosotros siempre hemos presumido de ser la corriente histórica emancipadora y emancipante”, clamabas”, le escribe en 2017 en una carta diferida su nieto, el periodista Sebastián Lorenzo Pisarello.

En 2018, su hijo, Gerardo, electo vicealcalde de la amable Barcelona que cuidó de su familia desde que él tenía seis años regresó con sus hijos a la casa familiar de Yerbabuena donde una placa lo recuerda.

“Hoy regreso con mis hijos a constatar que no nos han vencido, que quien deja huellas ni muere ni desaparece”, lo recordó.