El aislamiento se cumple más en el centro que en los barrios

Mientras se forman filas kilométricas en las puertas de los hipermercados y bancos, los barrios viven esta experiencia con más calma.

La cuarentena obligatoria rige hasta el 31 de marzo. Fue el primer día y el Gobierno tomó los recaudos necesarios para evitar inconvenientes. Los grandes centros urbanos, como el de Lomas de Zamora, mostraron una postal diferente a la habitual, con extensas filas en farmacias, bancos e hipermercados; en cambio, los barrios mostraron un movimiento más tranquilo, aunque un poco más eufórico que el normal.

La sede del banco Supervielle de Lomas de Zamora mostraba, incluso antes de que abriera sus puertas, una extensa fila de personas que esperaban poder retirar dinero. Una vez que la entidad abrió sus puertas, la cantidad de gente aumentó y con ello, los enojos por la utilización de los cajeros. La Policía se acercó al lugar e intentó calmar a la población y les aconsejaba una y otra vez que mantuvieran distancia.

Una farmacia de Monte Grande permitía el ingreso de personas a diestra y siniestra, y la multitud se ordenaba dentro del local en una fila interminable. El hipermercado Carrefour del centro lomense limitaba el ingreso a un par de clientes, motivo por el que ya a las 9 había una fila que rodeaba el estacionamiento.

Una situación bastante diferente se vivió este viernes en los barrios. Los vecinos salieron a hacer sus compras diarias y mantuvieron los recaudos necesarios; por ejemplo, en el supermercado chino Luna de Esteban Echeverría habilitaban a un par de clientes a comprar y el resto, se formó en una fila. No eran más de 10 las personas que esperaban. Esto se repetía en otros comercios.

En las farmacias de barrio también limitaron el ingreso de gente (cosa que ya había comenzado a mediados de la semana, con la cuarentena para personas de riesgo y mayores de 60, entre otros) pero atendieron con normalidad. Las carnicerías y verdulerías también abrieron al horario previsto y atendieron casi sin sobresaltos. De todos modos, pudo verse un incremento de la demanda de carne y lácteos, por ejemplo.

En otros barrios, en cambio, las personas aguardaron más de una hora para ingresar a una carnicería. “La carnicería cierra a las 13. Hice fila desde 11.30 y no llegué a que me atiendan”, explicó Osvaldo, un vecino que tuvo que volver a su casa con las manos vacías. Una situación similar se daba en el Día de Martín Rodríguez y 12 de Octubre, en el que podían ingresar 30 personas y el resto debía esperar. Por esta zona, las filas se formaban en la puerta de cada local.