Lucas Moya es un jugador de futsal que tiene pasado en Banfield y hoy desarrolla su carrera en la localidad de Morbegno, en el norte de Italia. El 12 de marzo planeaba su vuelta, pero las restricciones en los viajes y el avance del contagio de coronavirus lo obligó a retroceder y quedarse en Europa.
“Los primeros días eran nerviosismo, mal humor, luego no nos quedó otra que aflojar, tranquilizarnos y esperar que pase todo. Queríamos volvernos rápido para estar con nuestras familias, pero después nos dimos cuenta que era importante quedarnos para cuidar a todos”, manifestó en contacto con Info Región.
Por otra parte, sobre la vivencia en Europa, reconoció que se tomaron “las mismas medidas que en Argentina” pero lamentó que se hizo todo “muy tarde”.
“Pensamos que era pasajero”
Moya se encuentra en un pueblo que no cuenta con gran número de infectados, asimismo en las grandes ciudades aledañas el panorama es poco alentador. “En Lombardia, Milano y Brescia, que están cerca, la cantidad de infectados no baja”, aseguró.
“Al principio se lo tomó con mucha tranquilidad, hasta nosotros pensamos que era algo pasajero. Con el correr de los días nos dimos cuenta que era grave y empezamos a ver como cambiaban las caras de la gente con mucha preocupación”, explicó.
Acortar distancias
“Somos tres argentinos y un español”, comentó Moya, quien pasó por el Taladro en el 2013 y realizó inferiores en el fútbol 11 en el Campo de Deportes de Luis Guillón. Desde septiembre que avanzó en la vivencia de viajar por el futsal y ahora transita una situación atípica.
Sobre la lejanía de sus afectos y como resuelve ese conflicto, concluyó: “La relación con mi familia es bárbara, a través de las redes es mucho más fácil. Hablamos todos los días, los viejos te ven a la cara y ya saben como estás. Intento estar tranquilo, pero también me preocupo por ellos”.
