Las autoridades sanitarias informaron esta mañana que la semana próxima llegarán a la Argentina 3 millones de dosis de vacunas Sinopharm, de procedencia China, en lo que constituirá la segunda partida de ese origen luego de que en febrero arribara al país el primer millón.
La particularidad de esta vacuna es que aún no está autorizada para inocular a personas mayores de 59 años, por lo que el destino de este lote será personal de salud, docentes y auxiliares, fuerzas de seguridad y personal estratégico que tenga entre 18 y 59 años de edad.
La consecuencia inmediata será que continuará retrasándose el plan de vacunación de adultos mayores.
Con todo, China junto con Rusia, parecen ser por el momento los únicos mercados a los que puede recurrir Argentina en busca de desarrollos médicos para la prevención del Covid-19, ya que la producida por AstraZeneca en el país aún no ha regresado bajo la forma de dosis aplicable, amén de que se trata de una formulación con creciente descrédito en el mundo, en especial en Europa, donde varios países suspendieron su aplicación por dudas sobre los efectos secundarios. Por caso, esta misma mañana, Dinamarca dejó de aplicarla por 14 días ante la aparición de casos en los que los pacientes desarrollaron coágulos en su sangre, provocando riesgos para la salud y la vida.
Sin la versión de Pfizer ni la de Moderna, que ni siquiera fue aprobada por la ANMAT, disponibles para la Argentina, el país se enfrenta a la acuciante necesidad de que Rusia cumpla con el compromiso de abastecer a su población, sobre todo de mayor edad.
En esa línea, el presidente Alberto Fernández, informó este lunes en un reportaje televisivo que había acordado con Rusia “fijar un cronograma de entregas semanales” que le permitirá al país contar con un flujo de dosis de Sputnik-V constante.
La expectativa del gobierno es llegar al invierno con 13 millones de personas de riesgo vacunadas, una meta ambiciosa que aún se avizora lejana.
