El triste presente de la laguna de San Vicente

Vecinos de San Vicente denuncian abandono y mala gestión ambiental en la laguna que fue su símbolo y hoy es un páramo.

La laguna de San Vicente marca, en cierto modo, el final del conurbano sur y el inicio de otra galería de imágenes. A partir de allí comienzan las extensiones de horizontes infinitos, cielos poblados de aves y pampas atravesadas de cauces sin tiempos.

También fue el escenario de cientos de campamentos, picnis o encuentros de gentes que buscaban un ambiente distinto para desintonxicarse de asfaltos, obligaciones y prisas.

Sin embargo, desde hace varios años ese ecosistema se deteriora a pesar de los anuncios de obras y “puestas en valor” y el espejo de agua ha dejado de ser un espacio de encuentro. Esta suerte de derrumbe por goteo de la laguna llegó a su punto cúlmine con la sequía que le robó el agua.

Laguna de San Vicente en 2019

Desde San Vicente, hay vecinos que sostienen que si bien la falta de lluvias afectó a la laguna, el problema se agravó definitivamente cuando comenzaron las obras de saneamiento por parte del municipio, a fines de agosto de 2022.

En ese momento, sostienen, aprovecharon la falta de agua para introducir las máquinas en el lecho de la laguna, y rellenarla con tosca, una tierra que no es la propia del terreno y que, en cierto modo impermeabilizó el fondo.

Ese relleno, explican jamás debió estar allí, pues la laguna de San Vicente fué declarada Reserva Municipal Natural a través de la Ordenanza 3907 de 2008, que sigue vigente.

Posteriormente, por intermedio del decreto 469/2011 el entonces gobernador de la provincia, Daniel Sciolli, en consonancia a lo establecido por la Ley Nº 10.907, la declara Reserva Natural de Objetivo Definido Mixto Educativo y de Protección de cuencas hídricas al complejo de humedales conformado por las lagunas Del Ojo, Bellaca y el arroyo San Vicente.

La norma considera que ese complejo “constituye un primordial sitio de esparcimiento y recreación para la población local, que determina su importancia y potencial para llevar a cabo actividades educativas y recreativas, complementando el valor biológico de los ambientes allí presentes: el espejo de agua propiamente dicho y extensos pajonales y juncales, que cumplen un rol trascendental en la cuenca hídrica Matanza Riachuelo”.

“Ese cuerpo legal es el que prohibe trabajar sobre el lecho del espejo de agua, por eso hacer movimientos de suelo y rellenos, es una violación a toda la legislación que ya existe”, concluye una vecina que se comunicó con este medio.

La situación fue advertida en su momento desde el Concejo Deliberante local donde el bloque de Juntos elevó un proyecto de Comunicación en el que solicitaba el informe de impacto ambiental que avalaba la obra. Ese proyecto duerme en un cajón de la comisión de Ecología y Medioambiente desde hace meses, denuncian.

Además, pusieron de relieve que hubo un proyecto de ordenanza presentado por el bloque oficialista que disponía “la preservación, restauración y uso racional y sostenible de los humedales en todo el territorio del municipio de San Vicente, reconociendo su valor intrínseco y resguardando su integridad ecológica, asegurando los servicios ecosistémicos que éstos brindan para el resguardo de la biodiversidad, el mantenimiento del equilibrio, estructura y funciones del propio ecosistema y de los de influencia.” Aprobado por los concejales, fue vetado por el intendente Nicolás Mantegazza.

El deterioro no sólo pasa por el espejo de agua que ya no existe y que estuvo invadido durante años por especies vegetales exóticas como los camalotes que se introdujeron durante la gestión de Daniel Di Sabatino y fueron erradicados durante la intendencia de Mauricio Gómez mediante un trabajo de control biológico en conjunto con el CONICET y los alumnos de la escuela agrotécnica local.

Precisamente y a través de un posteo en una red social Gómez fue contundente al publicar la imagen de un camión cargando tierra: “Por esta animalada, la laguna quedó sin agua, quitaron su suelo natural, y modificaron su profundidad sacando miles de camiones con la tierra original de la laguna”, subraya Gómez.

“La destruyeron de por vida,mataron a su flora y fauna autóctona y dejaron más vivo que nunca al jacinto del agua desparramado mediante su semilla entre todos los juncos que ya tomaron lo que fue en una época el espejo de agua”, concluye categórico.

Nuevos problemas en la laguna

En ese sentido, se quejaron que desde hace dos años el camping municipal funciona como un anexo del área de Tránsito que deposita allí los vehículos secuestrados.

Además, admiten que a ese espacio llegó un flagelo que durante años pareció lejano: la inseguridad.

Mientras el Municipio de San Vicente adhiere al programa provincial de adaptación y mitigación al cambio climático a través de un convenio firmado entre el intendente Mantegazza y la ministro de Ambiente bonaerense, Daniela Vilar, para promover “acciones territoriales, fortaleciendo la organización local y barrial en la acción climática”, el destino de la laguna es una incógnita.

Hoy, a la entrada de la laguna un enorme cartel anuncia: “Recuperación Laguna del Ojo Espacio Biodiversidad”, lamentablemente parece difícil recordar que hubo un espejo de agua “merecedor de la amistad de las guitarras y de los hombres”, como prologó Jorge Luis Borges el poema de Arturo Jauretche, El Paso de los Libres.