Amor y muerte, una serie ideal para maratonear en casa


En detalle

Basada en un caso real que tuvo lugar en los años 80 en un pequeño pueblo de Texas, en el que Candy Montgomery, una dulce ama de casa, fue acusada de asesinar de más de 40 hachazos a Betty Gore, su vecina y amiga.
Dirección 9.0
Guión 9.0
Fotografía e iluminación 9.0
Actuación 9.5
Diseño de sonido 8.0
Lo mejor
Love and Death escapa a la estructura común, y se toma su tiempo para profundizar metiéndose en la vida de cada uno de los personajes para comprender su realidad y su psiquis.
Para mejorar
Nada

Amor y muerte (Love and Death), uno de los últimos estrenos originales de HBO Max, es una miniserie creada por David E. Kelly basada en el caso que conmovió al estado de Texas, en el que Candy Montgomery (Elizabeth Olsen), una ama de casa reconocida en su comunidad, asesinó a hachazos a la esposa de su amante.

Hace tiempo que HBO Max viene trabajando minuciosamente en constituirse como la plataforma con mejor contenido original. Bajo su método, que consta en producir menos pero de mayor calidad, se jacta de tener en su haber, series que hoy día están en boca de todos y son un indudable éxito: The white Lotus, The last of us, Sucession, y en este último mes, también se le ha sumado Love and Death.

Esta miniserie de 7 capítulos estrenada a fines de abril y cuyo último episodio se subió a la plataforma a fines de junio, está basada en un caso real que tuvo lugar en los años 80 en un pequeño pueblo de Texas, en el que Candy Montgomery, una dulce ama de casa, querida por todos los habitantes, y en especial por sus compañeros de la congregación a la que pertenece, fue acusada de asesinar de más de 40 hachazos a Betty Gore, su vecina y amiga, y esposa de Allan Gore, quien había sido su amante durante un tiempo.

Candace Montgomery es interpretada por una Elizabeth Olsen que lleva adelante una actuación increíble, captando a la perfección el tono de madre dulce y amorosa, dedicada, generosa, una mujer simplemente perfecta que a los ojos de quienes la rodean carece de cualquier ápice de maldad, construcción que vuelve aún más interesante el contraste con su lado retorcido y perverso que comienza a develarse con el correr de los capítulos y con el quiebre dado por el asesinato.

Wylie es un pueblo pequeño y conservador, casi detenido en el tiempo. Un lugar donde todos se conocen con todos, se saludan en las calles, y promueven a rajatabla los valores tradicionales: la familia y la fé. Los habitantes que la serie nos muestra son mayormente familias adineradas, con casas de construcciones extravagantes, muy a tono con el estilo arquitectónico y estético ochentoso. La iglesia representa un epicentro fundamental para ellos, todos asisten religiosamente a cada misa, y contribuyen de alguna manera con la iglesia llevando a cabo alguna actividad, o formando parte del coro, como es el caso de Candy y Allan (Jessie Plemons).

Candy exprime naranjas en la inmensa barra de su cocina para prepararles el desayuno a sus dos hijos pequeños mientras observa su vida monótona y ordenada con todo en su lugar: dos hijos que se portan bien y agradecen a Dios cada comida cuando se sientan en la mesa, y un marido que trabaja, que ayuda en la iglesia haciendo un show de títeres, que trae el pan a la mesa, y aunque no es un ávido conversador y ha descansado bastante en dar por sentado su matrimonio, no es más que lo que cualquier mujer esperaría. Pero Candy no, porque en su cabeza empieza a gestarse la idea de darle un giro a su vida en busca de una adrenalina particular que la haga sentir viva.

Así es como en cada encuentro de la iglesia, empieza a posar su mirada en Allan Gore, sorprendida incluso ella, ya que no se trata de un hombre que ande generando suspiros por el pueblo, y además de estar muy por debajo de su liga, es el esposo de su amiga Betty (Lily Rabe). Al principio Alan no parece registrar los sutiles juegos de seducción que plantea Candy, por lo que ella termina subiéndose a su auto luego de un evento de la iglesia, para deslizarle lisa y llanamente la pregunta: “¿Estás interesado en tener un affair conmigo?”.

Durante un año entero, habiendo planteado bases y condiciones de cómo iban a llevar adelante este vínculo, Candy y Allan se encuentran en un albergue transitorio casi diariamente, al principio, con la torpeza de dos personas que están casadas hace más de diez años y a esta altura ya casi no tienen sexo con sus parejas, ni jamás les han sido infieles. Si algo está claro, es que ninguno pretende separar sus matrimonios, esto es sólo un divertimento para quitarse las ganas, y no debe entrometerse o perjudicar sus respectivas parejas. Poco a poco sus encuentros dejan de ser sólo un almuerzo llevado por Candy, ocupando aquí también ese rol servicial y común de la mujer en esa época, para luego tener sexo y volver cada uno a su hogar, y ambos comienzan a darse cuenta de que disfrutan de su compañía y pueden encontrar el uno en el otro alguien con quién conversar.

Una de las cuestiones más interesantes de esta serie, es el tratamiento con el que es llevada a cabo. Historias como esta, que abordan un true crime y ahondan en los dramas de los personajes que lo componen, hay de sobra. La mayoría de estos, suelen iniciar mostrando al espectador el crimen cometido que estructurará el relato, y a partir de esto ir hacia al pasado para contar cómo se llegó ahí. Pero Love and Death escapa a esta estructura común, y se toma su tiempo para ir profundizando capítulo a capítulo de manera cronológica, metiéndose en la vida de cada uno de los personajes para comprender su realidad y su psiquis, detalle por detalle. Esta apuesta, en tiempos donde se entiende al espectador de series como alguien que demanda inmediatez, dinamismo e información rápida y constante, es un riesgo muy valorable. Sobre todo, porque funciona, y porque nos hace comprender que el asesinato probablemente no sea el punto central o el eje de la trama, sino una consecuencia, un punto de quiebre al que se llega paulatinamente.

Estética y rítmicamente, es preciso dividir Love and Death en dos partes. Pre y post descubrimiento del asesinato. El tratamiento visual y realizativo general de cada capítulo está digitado por esta división, planteando la primera mitad de la serie en un tono muy cálido, familiar, silencioso, incluso desde el habla de los personajes, todos actúan e interactúan como si siempre estuvieran en una pose de amabilidad y quietud extrema que los protege de mostrar sus miserias y contradicciones. En estos capítulos se trabaja desde la sutileza, con un ambiente muy cuidado, fiel reflejo del pueblo en el que se sitúa esta historia. El asesinato, es parte de este tratamiento, por lo que no se nos muestra absolutamente nada de lo que sucede en esa habitación. No hasta que inicia la segunda mitad, en el que se descubre el cuerpo de Betty, y la vida de Candy Montgomery se pone patas para arriba cuando resulta ser la única sospechosa. El ritmo a partir de acá es más dinámico, denso, asfixiante, igual que las imágenes que se le presentan al espectador, rozando lo gore y lo terrorífico.

Love and Death es un producto de extrema calidad, tal como nos tiene acostumbrados HBO en la mayoría de sus producciones. Y el que quizás es el punto más destacable, es que habiendo infinidad de series que corresponden a este género, han encontrado una manera distinta, novedosa e interesantísima de contar esta increíble historia.

Ficha Técnica de Amor y muerte

Título original: Love and Death
Año: 2023
Duración: 7 episodios
Género: Drama, Thriller
Director: Lesli Linka Latter
Reparto: Elizabeth Olsen, Jessie Plemons, Lily Rabe, Krysten Ritter, Patrick Fugit, Tom Pelphrey
Dónde ver: HBO Max