El postre preferido de Don Pedro


El don Pedro era el helado preferido de padre. Cuando salíamos a comer afuera, si la ocasión lo ameritaba y los mangos alcanzaban, el pedido de postre era invariable: casatta de tres gustos para los chicos, almendrado para madre y un don Pedro para el caballero.

La creación no tiene grandes misterios: vaso ancho y bajo con una medida de whisky; un par de bochas de helado de americana y nueces coronando el helado. Algunos apelan al helado de vainilla, otros al almendrado y -dicen- que algunos usan almendras en vez de nueces. En lo que la cátedra es unánime es en que el whisky debe ser nacional y berreta como, por ejemplo, un Royal Command o un Premium,

Cuentan que nació en Lo Prete un restorán del barrio porteño de Monserrat que ocupaba un predio enorme en Luis Sáenz Peña del 739 al 749, entre Chile y avenida Independencia, donde supieron darse cita políticos, actores, militares, músicos, boxeadores, ex presidentes y otros personajes célebres hasta que en 1988 bajó las cortinas . Se llamaba Lo Prete y ocupaba un gran terreno en la calle en el barrio de Monserrat y que cerró en el 88 con un remate en el que se fueron platos, ollas y manteles que se llevaron el recuerdo de ese “comedor internacional” que había sido fundado por cuatro hermanos llegados de Italia a principios del siglo pasado y que tras sus comienzos como cantina llegó a contar con casi 150 mozos que servían platos exclusivos como chivito relleno, pollo a la plancha o los canelones crepes. En Lo Prete, menos el pan, todo era de elaboración propia, hasta los chacinados.

Las leyendas sobre el origen del nombre son varias. Angel Lo Prete lo atribuía a Pedro Ferrari, un empleado del lugar. Otros a un homenaje a Pedro Lo Prete, un primo de los empresarios gastronómicos. Sin embargo, cuentan que durante la dictadura de Onganía un milico de rango protestó por las nueces del postre que, a su juicio, sobraban. Entonces, uno de los Lo Prete le presentó al creador del postre quien, como correspondía, dio la razón al mozo.

Pero mi versión preferida es la que hablan de un asiduo cliente que no quería que lo vieran tomando una medida de whisky al final de cada comida por lo cual se la mezclaban con algo de helado. Ese cliente misteriosos y discreto, al parecer, se llamaba Pedro y en homenaje a él fue la denominación.

Alguien me recordó la existencia del don Pedro hace un tiempo. Y hace unos días, volví a recordarlo. Salí a buscar uno y lo encontré en una heladería de renombre. Pero fue un fiasco.

Creo que debería buscarlo en pizzerías, esas con fórmica y azulejo, ruido a vajilla y un bambi posado sobre la caja registradora. Esas con servilletas de papel duro en un vaso y en las que podías pedirte un balón de Bieckert negra.

Sigo buscando, siempre. Cuando lo encuentre, les voy a avisar.