La expectativa estaba puesta en la reunión interministerial del domingo, encabeza por el presidente Alberto Fernández en la Quinta de Olivos. Finalmente, se anunció la suspensión del ciclo lectivo hasta el 31 de marzo, aunque la fecha podría modificarse.
Este lunes, la postal fue muy diferente a la de otros lunes y se asemejó al receso de verano. Las puertas de todas las instituciones educativas estaban cerradas y el movimiento apresurado de padres y chicos durante las primeras horas del día estuvo ausente.
En los grupos de padres son muchas las dudas en torno a la continuidad pedagógica, que se definirá en las próximas horas, pero también aumentan la preocupación por aquellos que deben ir a trabajar y no saben qué hacer con los menores en las casas, ya que no pueden quedar al cuidado de abuelos (porque son el grupo de riesgo).
Algunos ya pudieron acordar realizar el trabajo desde su hogar pero muchos otros fueron obligados a acudir a sus puestos de trabajo. Incluso, aquellos que se desempeñan en la administración pública.
“Lo hacemos con el propósito de minimizar el tránsito del virus”, anunciaba ayer el Presidente en Olivos. Fernández aclaró que “las escuelas van a estar abiertas cumpliendo con las otras obligaciones que tienen”, aludiendo –entre otras cuestiones- a los comedores.
Vale recordar que el gobierno de la provincia de Buenos Aires había dispuesto una serie de cuestiones en el marco de la emergencia sanitaria decretada a nivel local, luego de la prórroga a nivel nacional.
De notificarse que un estudiante o docente es caso sospechoso se debía proceder al cierre del grado o sección hasta que estuviera el resultado del test de laboratorio o por un plazo de 14 días corridos. Si se trataba de un caso confirmado de coronavirus, debía suspenderse el dictado de clases en toda esa escuela, también durante 14 días corridos. “Para los casos en que sea necesario permanecer en aislamiento, se justificarán en forma excepcional las inasistencias de estudiantes y docentes”, aclaraban.
