Se cumplen hoy 13 años de la muerte de Sandro, un artista que supo protagonizar películas y ser escuchado en todo el mundo, pero que forma parte del imaginario cultural de la Argentina y se convirtió en ciudadano ilustre de la zona sur del Conurbano. En inmediaciones del predio en el que descansan sus restos hay varios murales que lo recuerdan.
El 4 de enero de 2010 murió Roberto Sánchez a raíz de una afección pulmonar provocada por su adicción al tabaco. “El Gitano” tenía 64 años y parecía que la operación era un trámite más para un hombre acostumbrado a los desafíos. Sin embargo, su cuerpo no resistió las operaciones posteriores al doble trasplante de corazón y pulmones que se le había realizado en Mendoza el 20 de noviembre de 2009.
Ese día, las calles se tiñeron de tristeza. Miles de personas se acercaron para acompañar el recorrido del ataúd por la zona sur del Conurbano, donde es ciudadano ilustre y será recordado para siempre. De hecho, en inmediaciones del cementerio privado en el que descansan sus restos, Gloriam de Burzaco, hay murales que lo recuerdan.
Nació en la Ciudad de Buenos Aires y fue criado en un conventillo de Valentín Alsina. Más tarde, anidó en la Región. En Anotonio Berutti al 200, de Banfield, pueden apreciarse los paredones de cuatro metros que el Gitano mandó a construir para resguardar su intimidad. “Las nenas” solían acercarse todos los años para celebrar su cumpleaños (19 de agosto) y aquel 4 de enero de 2010 todas se acercaron para despedirlo.
Desde chico se apasionó por la música y con “Los de Fuego”, una de sus primeras bandas, se consolidó como uno de los primeros cantantes de rock. Sin embargo, la fama lo catapultó al incipiente sonido romántico que dominaba la escena pop de los jóvenes sesenta en la Argentina. Durante los años logró estampar su firma en el imaginario cultural argentino a través de un logrado talento para la composición, el canto y la actuación.
