Estamos en la cuenta regresiva para que se reúna el Senado para debatir el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) que cuenta con media sanción de Diputados, una situación similar a la vivida en 2018 donde el proyecto no logró pasar el filtro de la cámara alta.
Al igual que en 2018, esta iniciativa excedió la mera discusión en materia de salud pública y entró en una dimensión ética y religiosa que superó las estructuras partidarias para dividirlas transversalmente hasta llegar a una suerte de binarismo cromático: que enfrenta a quienes impulsan el proyecto, agrupados con los pañuelos verdes, con sus detractores, quienes se identifican con el color del cielo: el celeste.
En medio, otras cuestiones como la decimonónica discusión acerca de la separación de la Iglesia y el Estado; el rol de las confesiones en la vida pública; su capacidad de influir en la sociedad y qué poder conservan y construyen las distintas confesiones que hegemonizan la fe de los argentinos.
Al respecto, la Segunda encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina, pretende contrastar algunos datos acerca de cómo interactúan la ciudadanía y sus creencias religiosas en materias relacionadas con la vida pública.
Realizada por el Programa Sociedad, Cultura y Religión del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), los resultados publicados surgieron de un estudio realizado a fines de 2019 sobre 2421 entrevistas a mayores de 18 años en 89 localidades respetando cuotas por género, edad y nivel socioeconómico.
La religiosidad argentina
De acuerdo al estudio, el 81 por ciento de la población argentina admite tener una religión. Un 63 por ciento se reconocen como católicos, mientras que el 15 por ciento adhiere a alguna iglesia de origen protestante a las que el estudio agrupa bajo la denominación de “evangélicas”. Ninguna otra confesión alcanza al 2.5% de los habitantes.
A la hora de dividirlos por géneros, el 65 por ciento de las mujeres se reconoce como católica, el 17 evangélica y el 14, 4 no se reconoce en ninguna religión, un porcentaje que en los varones casi se duplica para llegar al 24 por ciento, mientras que católicos y evangélicos agrupan al 60 y 14 por ciento respectivamente.
Una variación notoria que muestra el estudio se da en la demostración de cómo cede posiciones el catolicismo frente a las confesiones evangélicas conforme baja el segmento etario. En efecto: en la franja de mayores de 65 años, los católicos hegemonizan con el 81.5 por ciento de la población, mientras que el 9.5 por ciento indica que no se adscribe a ninguna religión y el 8 se reconoce como evangélico. En cambio, en el segmento de 18 a 29
años, los católicos descienden casi 30 puntos (52.5), mientras que los evangélicos duplican (20%) y quienes afirman no tener religión se triplican para llegar a uno de cada cuatro entrevistados.
En cuanto al nivel educativo, mientras el catolicismo muestra cierta homogeneidad que lo ubica entre 60 y 69 puntos porcentuales desde quienes completaron la universidad y quienes no poseen instrucción formal, entre las personas que no se reconocen religiosas y los evangélicos se muestra una correlación mutuamente divergente que multiplica por
cuatro los indicadores que van de la base a la punta de la pirámide. Es así que entre los sectores sin estudios los evangélicos engloban al 26 por ciento frente al 7 de quienes no indican preferencia en materia religiosa. En cambio, en los sectores universitarios esta proporción se invierte: 9 a 27.
La cuestión del Senado

A la hora de encontrar algunas claves acerca de la votación del 29, es importante destacar que el Senado es la representación de las provincias por la cual cada una de ellas elije-desde la reforma constitucional de 1994- en forma directa a tres representantes que durarán seis años en su cargo.
De estos senadores, dos corresponden a quien gane la elección y, el restante, para quien obtenga el segundo lugar.
A la luz de esta información, los resultados que arroja el estudio tomando en cuenta las regiones argentinas puede ayudar a comprender y adelantar algún resultado de la votación del miércoles. Aunque siempre hay espacios para las negociaciones que conforman la médula de la política legislativa.
En ese sentido, las provincias que componen el noroeste argentino, Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero, la región conocida como NOA, y que elije a 18 de los 72 senadores exhiben que prácticamente el 95 por ciento de las personas se reconoce religiosa con un liderazgo claro del catolicismo que agrupa a más de tres cuartas partes de la población, seguida por los evangélicos que contienen al 17 por ciento.
Un panorama similar se da en el noreste, el NEA, integrado por Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Chaco y Formosa, que eligen, en total, a 15 senadores. Allí sólo siete de cada cien habitantes se manifiestan prescindentes en materia religiosa, mientras 68 por ciento se reconocen como católicos y un 23, evangélicos.
Las provincias cuyanas, Mendoza, San Juan y San Luis, presentan una curiosidad: casi el tres por ciento se reconocen mormones o Testigos de Jehová. Algo más seculares que sus pares norteñas, el 13 por ciento de la población no reconoce religión, pero siete de cada diez se ubican como católicos y un 14.5 por ciento, evangélico. Cuyo elige a nueve senadores.
Por su parte, la región centro compuesta por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa, elije a doce senadores. Y allí el 19 por ciento de sus ciudadanos no se identifica con ninguna religión, aunque el 66 y el 11 por ciento se identifican con el catolicismo y los evangélicos respectivamente. Un dato: el 2.5 por ciento se identifican como mormones o Testigos de Jehová.
La Patagonia, integrada por Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, elije a 15 senadores en un contexto en el que un 51 por ciento se reconoce como católico, en tanto la otra mitad se divide entre evangélicos y quienes no se reconocen en ninguna religión.
Finalmente, el área metropolitana de Buenos Aires, la ciudad autónoma y el conurbano bonaerense, donde residen uno de cada cuatro argentinos, apenas elije de tres a seis senadores, (un porcentaje importante de los bonaerenses integran la región centro, lo cual explica este variable) es la región más secular de Argentina. El 26 por ciento no se reconoce religioso, 56 por ciento católico y un 15 evangélico.
Sin embargo, muchas de estas opiniones podrían verse relativizadas a la hora de evaluar la praxis religiosa. Por ejemplo, el 65 por ciento de los católicos indica que practica la religión “por cuenta propia”, contra el 26.5 que ubica el templo como su espacio de culto. Una cifra que en el caso de los evangélicos, se invierte: 55 a 36.
Asimismo, tres de cuatro católicos indican que asisten a ceremonias religiosas en “ocasiones especiales” o “nunca”, mientras que un 62 por ciento de los evangélicos lo hace “al menos una vez al mes”.
El rol de Francisco

Desde que el 13 de marzo de 2013, el cardenal francés Jean-Louis Tauran, anunció el “habemus papam”, tras lo cual el cardenal José Bergoglio fue ungido como “su santidad el papa Francisco”, su figura fue disputada en docenas de temas.Pero, ¿qué influencia ejerce la cátedra de Pedro en nuestras ciudadanía?
Según el estudio del Conicet, para el 41 por ciento de los argentinos, la figura del pontífice le es “indiferente”, en tanto el 54 por ciento se divide entre quienes lo consideran “un líder mundial” y quienes le reprochan la politización de su figura. Además, 82 por ciento de los encuestados sostienen que su figura no influyó en sus convicciones religiosas.
Sin embargo, la iglesia católica y Francisco figuran en el segundo y tercer lugar a la hora de medir la confianza de los argentinos en las instituciones.
El primer puesto es para la universidad con 7.8 puntos en una escala de 0 a 10, seguida por la iglesia católica (5.4) y el Papa (5.3) cierran el podio. Tras las fuerzas armadas, los medios, la policía y el Congreso, el octavo lugar es para las iglesias evangélicas con 4.2. El resto del ranking lo ocupan el poder Judicial, los sindicatos, los partidos políticos y cierran las organizaciones piqueteras con un modesto 2.6.
La cuestión del aborto, otra vez

Acerca del aborto se les propuso optar por una serie de proposiciones entre las que debía elegir aquella que más se asemajara a su pensamiento.
La opción “el aborto debe estar permitido sólo en algunas circunstancias, como por ejemplo, en casos de violación o en que esté en peligro la vida de la mujer o malformación del feto”, cosechó la adhesión del 52 por ciento de los consultados. Entre ellos el 58 por ciento de los católicos y la mitad de los evangélicos.
“Una mujer debe tener derecho al aborto siempre que así lo decida”, fue la segunda en las preferencias de los encuestados con un 27 por ciento de las adhesiones y la más votada por quienes no se reconocen religiosos que la apoyaron en un 58 por ciento.
Finalmente, “el aborto debe estar prohibido siempre” consiguió el favor del 19 por ciento de los ciudadanos. ¿Los más fervorosos? Los evangélicos con un 42 por ciento eligiendo esta opción.
Si se comparan estos indicadores con los de un estudio similar de 2008, nos muestran que el “derecho de la mujer” casi se duplicó pasando del 14 al 27 por ciento. También creció en dos puntos la adhesión a la prohibición absoluta (17 a 19), mientras que aquellos que sostenían una postura que consideraba ciertas casuísticas se desplomó en una docena de puntos, al caer del 64 al 52 por ciento.

Los procesos de secularización y los nuevos derechos
La familia también parece estar en un proceso de secularización. El modelo patriarcal y eteronormativo con fuerte raiz religiosa cede paso a nuevos formatos. Así que el 61 por ciento de los consultados sostienen que una pareja homosexual puede adoptar sin problemas, frente a un 36 que insiste que el matrimonio debe estar compuesto por un hombre y una mujer.
Posturas más extremas como las que sostienen que el lugar de la mujer es el hogar y la superioridad masculina exhiben un pertinaz 24 y 9 por ciento. A la cabeza de las posturas más conservadoras se encuentran los evangélicos.
En materia educativa, el 7 por ciento considera que las escuelas públicas deberían dictar educación católica, mientras que el 46 sostiene que las escuelas públicas no deben tener ninguna asignatura relacionada a la religión. Muy cerca, con el 44 por ciento, estiman que debería existir una materia que aborde el tema de las religiones.
Otra cuestión que va en camino a ser saldada es el financiamiento por parte del Estado de las religiones en especial en forma de salarios para las jerarquías diocesanas y de subvenciones para las escuelas de diversas confesiones. Seis de cada diez consultados se expresaron en contra de este desembolso, y 27.5 por ciento por la igualdad a la hora de sostener cultos. Entre los católicos estas posturas suman el 80 por ciento de las adhesiones.
Del estudio se desprende que hay una sóla cuestión en la que la secularización aún está lejos de alcanzar el nivel de consenso necesario para romper la barrera de la religión: la eutanasia. En esta materia, la mitad de los consultados sostiene que en caso de padecer “una enfermedad terminal e irreversible” dejaría que “se haga la voluntad de Dios”, mientras que el 23 por ciento pediría a los médicos que hagan “todo lo posible” para prolongar su vida.Sólo el 19 por ciento pediría “a los médicos que pusieran fin” a su vida.