Bombardeo a Plaza de Mayo, un hecho que enlutó a la Patria


Hace 67 años un grupo de militares de la Marina y miembros de partidos políticos opositores planearon y ejecutaron uno de los más horrendos crímenes de los que tenga registro la Historia argentina, cuando bombardearon población civil sobre Plaza de Mayo con la finalidad de matar a Juan Domingo Perón, presidente de la nación elegido en elecciones democráticas.

El inclasificable hecho se llevó a cabo 16 de junio de 1955, un jueves en horas del mediodía, en momentos en los que el solar registraba un intenso movimiento de personas y vehículos propios de un día de semana en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires.

Los explosivos lanzados desde aviones navales impactaron contra el edificio de la presidencia, automóviles y micros de pasajeros. Los datos recabados dan un total de 350 muertos y más de mil heridos.

Las armas que debían estar a disposición de la defensa del país como manda la Constitución se utilizaron en contra del Pueblo, algo inentendible e inexplicable.

Los eventos nunca son aislados, la tragedia del bombardeo a la plaza estuvo motivada en razones originadas en una misma idea: revertir las conquistas laborales y sociales que el gobierno justicialista había convertido en derechos inalienables de los trabajadores.

Desde la Ley Sáenz Peña hasta finales del siglo XX la lógica que siguieron los movimientos reaccionarios, que no lograban la adhesión de la comunidad, fue la de generar e incentivar golpes de estado que tenían como base suprimir las libertades, mediante la persecución política.

Esa metodología tenía como fin restaurar estructuras políticas e ideas económicas que arrastraban a la Argentina a la indefensión, profundizando la dependencia y atentando claramente contra el desarrollo.

Las heridas generadas en los salvajes sucesos de junio del ’55 fueron el preludio del golpe de estado de septiembre de ese año, un hecho marco a fuego el desvarío institucional del país hasta 1983, cuando dejamos atrás los años oscuros de la dictadura y la democracia pudo comenzar a dar pasos firmes que se prolongan hasta la actualidad.

Los argentinos hemos aprendido del pasado y hoy todos estamos de acuerdo que sería absolutamente impensable que un acto de tamaña gravedad vuelva a repetirse. Sin embargo no podemos ignorar estos mojones trágicos de nuestra historia y cada 16 de junio debemos mantener viva la memoria, para no olvidar un hecho que enlutó a la Patria y sembró odio y desencuentro a lo largo y ancho del país.