Ezeiza: un bebé y un nene graves por comer un budín con drogas destinado al penal

Los menores de 6 años y 20 meses sufrieron una “intoxicación medicamentosa” tras consumir esos alimentos.

La banda de El Churi

Un nene y un bebé permanecen internados en terapia intensiva del hospital de Ezeiza donde ingresaron hace más de diez días con una “intoxicación medicamentosa” tras haber comido un budín repleto de drogas.

La historia comenzó cuando un remisero recibió el llamado de una mujer que le solicitó que vaya a buscar un paquete al barrio porteño de Liniers que debería, luego, llevar hasta la zona del penal de Ezeiza donde sería recibido por dos personas.

El chofer recogió tal como convino un paquete que contenía budínes y milanesas que le entregó la mujer y partió rumbo a Ezeiza donde debía entregar el pedido a “Laura y a César, el de la parrilla, en proximidades de la cárcel”. Laura es la nuera de la mujer de Liniers que había preparado la comida para su propio hijo.

Los hechos se complican cuando en el punto de encuentro no había nadie y tras una espera desde la agencia le indicaron que volviera a su casa y que aproveche la comida si no quería tirarla. Al llegar a su hogar decidió junto a su esposa llevar el paquete a una abuela del barrio que vive con sus dos nietos y su hijo, y que la están pasado mal.

Lo que fue alegría y gratitud comenzó a cambiar cuando los dos chico empezaron a sentirse mal al punto que los llevaron al hospital pensando que el budín podía haberles caído mal. Era el 2 de octubre y tras quedar interndos en terapia por “intoxicación medicamentosa”, los análisis revelaron que habían ingerido benzodiacepinas, una droga que “se utilizan para tratar la ansiedad, insomnio y convulsiones”.

Horas más tarde, la mujer de Liniers se comunicó con el remisero para ver qué había pasado con la comida que no había llegado y el chofer le dijo que como nadie estaba esperándola, la regaló: “Estás loco. Ese budín estaba lleno de plata”, le respondió la mujer desesperada.

Los menores, un bebé de seis meses y un nene de seis años, que llevan dos semanas en terapia saben que no había dinero, sino drogas.