La escuela está obligada a cambiar


“Una nueva escuela necesita nuevos docentes, que no se limiten a enseñar cómo les enseñaron”.

Francesco Tonucci, psicopedagogo contemporáneo

Hoy la realidad desafía a todos los educadores en la tarea pedagógica que desarrollan en la Institución escolar. Es sabido que la pandemia cambió la sociedad y por lo tanto, la escuela se ve obligada a adaptarse a esta nueva realidad.

Mi rol de preceptora, y el de todos los preceptores, siempre fue promover acciones que favorezcan las formas de organización y participación de los alumnos. Hoy, en medio de la suspensión de las actividades escolares en todo el país, el cuidado y seguimiento de los alumnos se hace imprescindible: Interesarse por los problemas que tengan los mismos y orientarlos en la búsqueda de soluciones, así como facilitar la comunicación de los profesores con los alumnos. Estos son pilares para poder establecer la continuidad pedagógica. 

No es fácil lograr ese objetivo cuando hay una enorme desigualdad socioeconómica que conlleva limitaciones de acceso a los recursos tecnológicos, libros y materiales escolares.

Hay muchos alumnos que se enfrentan a mayores dificultades para sostener la educación en estas condiciones.

El límite elemental es que muchos de nuestros alumnos no tienen ni la más mínima posibilidad de acceder a una computadora o celular de calidad y sobre todo a internet. Es por eso que debemos tener un conocimiento profundo de la realidad que viven las familias de los adolescentes que concurren a la escuela y sus vínculos estrechos. En muchos casos la situación familiar de nuestros alumnos no es un ámbito propicio para realizar esta tarea. Las condiciones de higiene y alimentarias son desiguales. Es allí donde nuestro trabajo como preceptores toma una dimensión importante.

Es un enorme desafío de equidad educativa que afecta la vida de los estudiantes vulnerables, quienes siguen quedándose atrás en su aprendizaje. 

El alumno está transitando la adolescencia y es sabido que aun en forma presencial les resulta dificultoso concentrarse en la tarea. Cuánto más difícil será en forma virtual.

Otro gran desafío entonces será la construcción de lazos con aquellos en desventaja, estableciendo un modo una relación que, lejos de expulsarlos de las aulas, logre retenerlos en ellas hasta que puedan completar el nivel medio. Es allí donde los preceptores ocupamos un lugar significativo dándoles a los adolescentes un espacio para compartir y plantear sus dificultades, porque, según los mismos jóvenes, “hacer las cosas de a dos es más fácil”.

Otra de las tareas  que se agrega en  estos días al preceptor es la organización  para garantizar la entrega de alimentos, utilizando la escuela como articulador en los barrios con las familias.

Ante esta pandemia los docentes seguiremos ensayando distintas formas de hacer en favor de los alumnos a sabiendas de que en momentos excepcionales son necesarias medidas excepcionales.

Termino con una frase de Tonucci: “Si el virus cambio todo, la escuela debe cambiar”.