Un grupo de amigos de Longchamps hace una olla popular y necesita manos solidarias

Entregan 250 porciones cada sábado. "Al principio teníamos temor a que sobrara pero hoy el temor es que no alcance", admitió.

La pandemia trajo graves consecuencias económicas que se visibilizan con la gran cantidad de vecinos que se acercan a las ollas populares a buscar un plato de comida para ellos y también para sus familias. Pero la solidaridad teje una esperanza y las iniciativas para combatir la desigualdad no tardan en aparecer. Amigos en Longchamps comenzaron en mayo a cocinar para 160 personas pero debieron multiplicar las raciones y llegan hoy a 250.

Alberto Godoy es un vecino de Longchamps que se organizó con algunos de sus amigos y familiares y a partir del 15 de mayo empezaron a hacer todos los sábados una olla popular. Contó su historia a Info Región y convocó a los que quieran sumarse a colaborar.

Fue el sábado 16 de mayo que cocinaron por primera vez y desde entonces ya van diez sábados que lo hacen. Su horario de reunión es hasta las 19, para preparar la comida y luego esperan que los vecinos lleguen en busca de su plato de comida. Inicialmente entregaban alrededor de 160 porciones de comida. Pero comenzó a acercarse más gente, por lo que pasaron a entregar 252 pociones. Alimentan a unas 100 familias.

“Este sábado salí a mirar y la gente hace cola hasta la esquina o más y eso realmente me chocó mucho. Me dejó una sensación muy rara. Me hizo mal”, admitió.

El hambre es una urgencia: semana tras semana se iban sumando más vecinos y “las necesidades” de ellos también crecían. “Nosotros somos un grupo de amigos y vecinos que colaboramos con lo que podemos. No buscamos reconocimiento ni buscamos nada”, explicó Alberto. Pero sí necesitan manos solidarias que puedan donar alimentos para cocinar. “Carne, verduras o lo que puedan” porque lo que no se usa para cocinar se entrega, de todas formas, ese mismo día a quien más lo necesite.

“Con lo que se pueda donar está bien, porque hay gente conocida que me quiere acercar plata y la plata nos da como mala espina, preferimos una cebolla o una papa. Pero no es algo obligatorio, ni hay que colaborar sí o sí”, planteó el vecino. Y apuntó: “Nos solventamos solo con nuestros sueldos ya que gracias a Dios tenemos trabajo y todavía seguimos cobrando el sueldo”.

El encuentro es en Romanella al 1400 de Longchamps. Para llevar a cabo las ollas, Alberto junto a sus amigos y familiares improvisaron una cocina en el garage con una lona. Como trabajó en un servicio catering, algo de experiencia tiene y la comparte con sus allegados. Pero contó que sus amigos ya pueden hacerlo sin su ayuda. “Al principio teníamos temor a que sobre y tengamos que tirar comida pero hoy el temor es que no alcance”, admitió.

Además, en los tiempos que corren, la higiene se tornó más que esencial: “Tratamos de tener todo lo que tiene que ver con materia en bioseguridad. Usamos guantes, cofia, lavandina, alcohol en gel y tenemos todo limpio”.