El confinamiento trajo un aumento de los accidentes domésticos

Se duplicaron los accidentes domésticos. Especialistas piden una mirada atenta de los padres. ¿Cuáles son los más comunes?

Cuando comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, padres y niños comenzaron a compartir las 24 horas del día, algo impensado hasta hace algunos meses, y esto trajo un incremento sustancial de accidentes domésticos. En julio, según advirtieron desde el Hospital de Clínicas, se habían duplicado.

Profesionales del Hospital de Clínicas indicaron que en julio, los accidentes domésticos se habían duplicado y la mayoría de los protagonistas eran niños, quienes son más propensos por desconocer todos los riesgos que existen dentro del hogar. ¿Los más comunes? Caídas, golpes y quemaduras.

Vale remarcar que la gran mayoría de estos accidentes son evitables, pero para ello es necesaria una mirada crítica de padres o cuidadores. Hablar de prevención en estos casos significa anticipar, es desconfiar y desarrollar la capacidad de ver aquellas superficies de la casa como peligros para los más chicos.

El tiempo de encierro ya pasó, ya que hoy se permiten las salidas de los más chicos, pero “a medida que se fue flexibilizando el aislamiento, aumenta la frecuencia de los accidentes o lesiones no intencionadas fuera del hogar” explicó a Info Región Valeria Bonetto, médica pediatra desde hace 20 años, del Hospital Paroissien.

Remarcó que “es muy importante la educación de las madres y padres”, en referencia a la información necesaria para prevenir “lesiones evitables”. “Tenemos que proporcionar un ambiente seguro, evaluar factores de riesgo y disminuir esa posibilidad”, recomendó, y brindó algunos consejos.

Mirada atenta

De 0 a 6 meses: Bonetto describió que a esta edad, las lesiones que sufren están relacionadas con descuidos y factores ambientales. “Lo más frecuente es la caída del bebe (de cama o cochecito, pero también de los brazos de un hermanito o hermanita)”, mencionó. Y explicó que estos accidentes pueden provocar “traumatismos de cráneo, a veces fractura” y “muchas veces tienen que quedar en observación o internados por haber perdido la conciencia”.

De 6 meses a 1 año: “A esta edad comienzan a moverse, a explorar y, obviamente, el riesgo es mayor a medida que los pequeños y pequeñas comienzan a trasladarse, a querer alcanzar los objetos y llevarlos a la boca”, alertó la pediatra.

Dejó en claro que las caídas del andador pueden traer “lesiones importantes” y destacó que “tienen que ver con el descuido” de quien los atiende. “Si están tomando algo caliente, puede haber rupturas de termo, caídas de mate y  que se caiga lo que están tomando sobre la criatura” ejemplificó. Advirtió que “también es frecuente, por ejemplo, que se agarren de los manteles y se les caiga algún objeto”.

Asimismo, destacó que cuando comienzan a gatear, hay caídas en la escalera porque “muchas veces aprendiendo a caminar, intentan subirse un par de escalones y se caen”. “Caen de una altura muy importante porque no tiene puerta la escalera”, planteó.

De 2 a 4 años: Los infantes a esta edad “son muy inquietos y no tienen noción del peligro”, aseguró. A esta edad hay más riesgo de un accidente doméstico.

“Todo lo llevan a la boca, así se pueden intoxicar con alguna planta por ejemplo o pueden llevarse a la boca un cuerpo extraño y que le provoque una asfixia”, precisó. Comentó, en este marco, que es muy frecuente la consulta porque se han tragado una pila, que “provoca un daño muy importante en su aparato digestivo”.

Es peligroso que los adultos guarden productos de limpieza en botellas de gaseosa, porque “los chicos por error ingieren y se intoxican”. También detalló que es habitual que metan los dedos en el enchufe, que se corten con objetos que le causan curiosidad, que se quemen con estufas y que caigan por querer trepar o subir las escaleras. 

De 5 a 12 años: “No es tan frecuente los accidentes domésticos a esta edad, pero sí aumenta la frecuencia de los accidentes fuera de la casa”, señaló. Mencionó que en este caso, los accidentes más comunes son caerse de la bicicleta, de un monopatín, por jugar algún deporte y mordeduras de perro, entre otras cosas.