A 71 años del renunciamiento histórico de Evita


Se cumplen estos días un nuevo aniversario de un hecho singular, que en su momento la CGT llamó el día del Renunciamiento y pasó a la historia política argentina del siglo XX con esa denominación. Se trata de la declinación de parte de Eva Duarte a la candidatura de vicepresidenta de la Nación, acompañando la fórmula que encabezaba Juan Domingo Perón con la que buscaría, con éxito, la reelección presidencial en las elecciones de noviembre de 1951.

Luego de la reforma constitucional de 1949 se había abierto para el presidente Perón la posibilidad de intentar ser reelecto en la máxima magistratura del país e inmediatamente se dispararon las expresiones políticas y sindicales que pedían sumar a Eva Perón al binomio presidencial que se sometería a la voluntad popular dos años más tarde.

Evita, que por entonces ya era protagonista central de la vida política argentina como fruto de su incansable tarea social y su formidable defensa de la tarea de su esposo y líder, empezaba a manifestar signos de fragilidad en su salud, que se iniciaron con una anemia que le trajo trastornos en su actividad pública y luego con la aparición de un enfermedad oncológica que avanzaría a toda velocidad y terminaría con su vida en julio de 1952.

Pero volvamos a agosto de 1951. El 22 de ese mes, como parte de su campaña para que Evita aceptara ser la candidata a presidenta del Justicialismo, la CGT organizó un “Cabildo Abierto” sobre la avenida 9 de Julio. Cuenta la crónica que “En las espaldas del ministerio de Obras Públicas (…) se había erigido un palco monumental bajo el lema: ‘La fórmula de la Patria’ (…). A las cinco de la tarde una rumorosa marea humana cubre el recinto de la avenida Nueve de Julio, desde Belgrano hasta Corrientes. Los carteles levantados por la multitud se uniforman en el texto: ‘Perón-Evita: 1952-1958’”.

Fue en ese acto donde se produjo un diálogo entre los líderes y el pueblo en el que la multitud reclamaba que Eva Perón aceptara públicamente la propuesta del Movimiento Obrero. “Señora, el pueblo le pide que acepte su puesto” dirá micrófono en mano José Espejo, secretario general de la CGT y principal sostenedor de la candidatura de Evita.

“Yo les pido a la Confederación General del Trabajo y a ustedes, por el cariño que nos profesamos mutuamente, para una decisión tan trascendental en la vida de esta humilde mujer, me den por lo menos cuatro días” respondió Evita para luego afirmar: “Compañeros yo no renuncio a mi puesto de lucha. Yo renuncio a los honores”. Enrique Pavón Pereyra, el gran historiador del peronismo, dirá sobre ese instante: “Titubeante, con la voz quebrada por las lágrimas, dice: ‘Yo haré finalmente lo que decida el pueblo’”.

Luego del acto y con el correr de los días parecía que Evita aceptaba la candidatura a vicepresidenta, pero el 31 de agosto Eva Perón comunicó su “decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto”.

De allí en adelante Evita sufriría el avance implacable del cáncer que la aquejaba y que de manera notable le impedía mantener el ritmo frenético a su actividad pública, tal como lo venía haciendo desde 1945 en adelante.

Con el paso de los años se sabrá que la posible candidatura a vicepresidenta de la “Abanderada de los Humildes” había despertado malestar e inquietud en las Fuerzas Armadas.

Queda claro, además, que tanto Perón como Evita conocían la gravedad del mal que la acechaba; mal que rápidamente comenzó a hacer estragos en su salud, al punto que las elecciones presidenciales del 11 de noviembre de 1951 la encontraron postrada en una cama, dificultad que sin embargo no le impidió emitir su voto, tal como quedó reflejado en una fotografía que también es un ícono de la época, ya que sintetiza un momento histórico: fue la primera vez que las mujeres votaron en la Argentina, merced a la Ley de Sufragio Femenino, que había sido promovida e impulsada por Eva Duarte de Perón.

Por todo lo que significa la decisión de esta mujer frente a las presiones de distintos sectores o su estado de salud, supo valorar su compromiso por una causa justa y el amor por su pueblo por sobre su interés personal. Lo que debe significar un ejemplo a seguir para los que cumplen tareas políticas.