El 24 de marzo, Lorena Rivero celebraba su cumpleaños rodeada de amor. Estaba disfrutando unos días en Chapadmalal junto a su hija, de 5 años, y compañeras que habían, al igual que ella, sufrido violencia de género. Pasaron pocos días de ese acontecimiento que alegró su corazón y hoy vuelve a tener miedo. “No queremos ser una menos”, advierte.
Lorena hace un pedido desesperado y recuerda a su hermana y a su sobrino, Laura Rivero y Thiago Castro, quienes fueron asesinados a puñaladas el 3 de abril de 2019. Los medios lo retrataron como el doble crimen de Parque Barón y el femicida Marco Antonio Laserre fue condenado a prisión perpetua. Ella tenía 13 heridas de arma blanca, el chiquito de 6 años presentaba 17 cortes. De hecho, el 3 de abril ella fue parte del homenaje que se realizó en Lomas de Zamora.
“Quedó finalmente firme la condena del asesino de mi hermana y mi sobrino: perpetua sin beneficios”, contó a Info Región, embargada por dos emociones. El temor y el “alivio” por esta decisión de la Justicia. “La condena la conseguimos con nuestra lucha, nunca bajé los brazos y sabía que lo iba a conseguir”, aclaró.
¿Por qué temor? “Tenemos que renovar nuestra perimetral y rogar a Dios que no nos sumemos a las estadísticas, no queremos ser una menos ni que nadie más sea una menos. No queremos que nadie tenga que ir a una Morgue, como yo, a reconocer a mi hermana y mi sobrino, despedazada, golpeada y apuñalada”, advierte Lorena en un mensaje que posteó en redes sociales. Y en la charla con este medio explicó que su ex estuvo detenido por violar en reiteradas oportunidades la restricción perimetral que se había impuesto. Incluso, lo hizo armado.
“Nosotras vivimos violencia física y psicológica, no podía salir. Es muy difícil”, admitió, una frase que se escucha en cada testimonio de personas que sufren violencia de género. Contó que este hombre la fue aislando de amigos y familiares. “Hasta que te encontrás sola”, lamentó.
El hombre no sólo hacía caso omiso a la perimetral sino que le mandaba videos en lugares a los que acudía Lorena, dejándole saber que él era dueño de su vida. Vivía una amenaza constante. Finalmente, fue detenido pero aún no fue juzgado y en poco tiempo, no sabe exactamente cuánto, saldrá a la calle. Luego, afrontará un juicio abreviado y ella estima que la condena, de haberla, será de tres años y se le descontará el tiempo que estuvo aprehendido; es decir, es excarcelable.
Y este duro momento llega para recordarle a ella y a la sociedad en general que pese a que una víctima de violencia de género pueda salir de ese oscuro lugar, estar acompañada, reír, pasear, jugar con las olas y la arena, siempre está alerta. El temor a nueva agresión y a morir atraviesa su vida.