¿Quién cumple la ley de góndolas?

La ley aplica a supermercados y superficies de más de 800 metros y 300 millones de pesos de facturación bruta anual.

La ley de góndolas empezó a regir en mayo de este año con el objetivo de hacer más transparente y competitivo el precio de los alimentos, bebidas, y productos de higiene y limpieza a los que debían resguardar de los grandes jugadores, muchos de ellos transnacionales, que gracias a sus posiciones dominaban en su propio beneficio las cadenas de comercialización y valor.

En la ley que se aprobó, cuya inspiración original corresponde a los entonces diputados Elisa Carrió y Adolfo Prat – Gay, se ordenó señalizar los productos más baratos en las góndolas, tanto físicas como virtuales, de 65 categorías como: azúcar, champú, harina, jabones, lavandina, leche, manteca, pan rallado, pañales, papel higiénico, puré de tomate, queso, tapas de tarta y de empanadas, yerba y yogurt, entre otros.

Estos productos deberá ubicarse a la altura de los ojos del consumidor entre el primer y último estante para que esté a la vista el mejor precio. También ordena que cada góndola tenga, al menos, cinco opciones de proveedores o grupos empresarios para igual producto y que ninguno de ellos puede ocupar más del 30 por ciento del área disponible, una medida compleja en un mercado que hizo de la concentración la norma y la virtud pues como sostenía el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, es preferible negociar con diez empresas que con cien.

Para Víctor Palpacelli, presidente de la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (FASA), el “espíritu de la ley es bueno porque implica romper con algunos monopolios de ciertas categorías en el consumo masivo, pero llevar eso a la práctica no es sencillo”, sostiene alos requisitos difíciles de implementar y de fiscalizar muchos de ellos debido a la estructura inflacionaria de la economía argentina y a la falta de regulaciones en materia de envases y medidas.

Además, en un hipermercado, por ejemplo, pueden llegar a tener treinta mil ítems a la venta que, según la ley hay que contar, primero, y fiscalizar, después, producto por producto.

El techo de cristal de las PYMES

Tampoco hay disponibilidad de proveedores PYMES para cumplir el requisito el de destinar el 25 por ciento del espacio de exposición a sus productos en las 65 categorías porque no siempre cumplen los requisitos de calidad y formalidad impositiva requeridas por las grandes cadenas de comercialización. Los casos más comunes: insecticidas, pañales, o pastas de dientes y protección femenina.

Por parte de las PyMEs alegan que estas carencias no son producto de la desidia sino de las condicones de compra y pago que les imponían desde el retail que las hicieron desistir de intentar subirse a esas góndola que ahora les abren las puertas, unas puertas que no pueden atravesar. Una suerte de techo de cristal de la comercializaciónque desde el Ejecutivo tratan de romper mediante la creación de un registro de proveedores para que los supermercados que no encuentran proveedores PyME o de la economía popular puedan nutrir sus góndolas.

El problema es que el registro sólo registra aquello que existe. Hay categorías como galletas, papel higiénico, pastas secas y yerba donde hay Pymes muy competitivas, pero en otras o no existen o carecen de una estructura que les permita cumplir con los volúmenes y calidad de productos y procesos auditada que exigen los supermercados y, menos aún, cuando esos procesos abarcan, también, a sus proveedores en rubros como finanzas, facturación y obligaciones tributarias.

E este sentido, el Ejecutivo dispuso partidas para capacitar y asesorar en asistir en diseño de marca, certificación de productos, mejora de producción y capacidad logística. Cómo acceder a ellos es otro tema.

Además, para mejorar a los proveedores es necesario mostrar una demanda que genere la necesidad de oferta, un ciclo de inversiones que requiere tiempo y condiciones de negocio que hoy no aparecen en el radar de los industriales que están más empeñados en no desaparecer que con disposición de expandirse en tecnología, mano de obra, capacitación y certificaciones en un horizonte que sólo aparenta mostrar volatilidad.

El INDEC exhibe como entre crisis y pandemia bajan la venta de productos de mayor costo y las unidades de venta. Se venden más paquetes de arroz de medio kilo baratos que de un kilo de primera marca lo que obliga a reconvertir los envases, Así nació el yogurt en sachets de 900 mililitros ara relevar al de un litro y generar el espejismo de cierta estabilidad. Esto sin contar que hay distorsiones que hacen que un kilo de manteca salga el doble de un kilo carne vacuna o el triple de un litro de vino.

En este contexto, una ley tan minuciosa como ambiciosa aparece sin beneficiarios reales. Sólo basta recorrer los pasillos y observar dos items: la homologación de las unidades de medida en los precios y el indicador de menor precio.