La cuarta parte de los adultos de barrios populares ignora que tiene una cuenta bancaria


Uno de cada cuatro de los adultos que vive en barrios vulnerables desconoce que posee una cuenta bancaria, un dato que expone un déficit en materia de educación financiera y acceso a este tipo de información, y que surge de un relevamiento de la ONG Techo, junto con Mastercard en diez provincias argentinas.

También se reveló que el 74% de los encuestados posee una cuenta bancaria a su nombre, debido a que recibe a través de ella una asignación estatal o porque está asalariado.

Por su parte, quienes decidieron no acceder a este producto indicaron que no lo hacen por falta de dinero (45%), de incentivos (27% precisa que no encuentra beneficio o no tiene interés), los altos costos que insume (21%), o por la falta de la documentación necesaria para acceder (23%), razones que ponen de manifiesto la falta de información, pues muchos de estos motivos se suplen por la norma que obliga a las entidades financieras a gestionar la Cuentra Gratuita Universal y a abrir una caja de ahorro sin costo para cualquier usuario que la solicite.

Las Fintech y los pagos digitales

Según el relevamiento, solo un 17% de los entrevistados tienen una cuenta virtual además de una cuenta bancaria y apenas un 6% dijo tener únicamente una billetera virtual, como MercadoPago, Ualá, Naranja X, Billetera Rapipago o Pago 24.

“Encontramos una penetración ínfima de las fintech. Menos de dos de cada diez vecinos tienen acceso a una cuenta digital o no bancaria. Es un llamado de atención al sector para poder apuntalar sus servicios en los sectores que más lo necesitan”, manifestó Ignacio Carballo, investigador de la UBA y la UCA, a cargo de la dirección del estudio.

En ese sentido, aseguró que “los datos transmiten que la inclusión es principalmente bancaria y pública. Resta mucho para hacer desde el sector privado en los barrios populares”.

El 62% de los entrevistados afirmó recibir trasferencias del Estado, siendo el 74% de estas percibidas mediante una cuenta en institución financiera que, en el 58% de los casos, es la primera cuenta que abrieron en su vida.

En materia de acceso a una tarjeta de débito, 58% afirmó contar con una y solo el 15% dijo tener una tarjeta de crédito o prepaga.

“Entre las principales razones de tenencia y uso de tarjetas se identifican tres principales: acceder a descuentos en compras, realizar compras que de otra forma las personas no harían y planificar mejor los gastos”, detalló el informe.

Aun así, seis de cada diez (58%) de las personas que reciben dinero en su cuenta lo retira de inmediato una vez acreditado dado el uso y preferencia por el efectivo por sobre las tarjetas y medios de pago digitales, explicado por las características del funcionamiento de la economía popular, así como el “vivir al día”.

El papel de las nuevas tecnologías

Mientras el acceso a los servicios financieros se relaciona cada vez más con el teléfono inteligente, ocho de cada diez entrevistados (79%) dijo poseer uno, aunque el 54% accede a Internet solo a través de la compra de datos y, más de la mitad éstos, no tiene los datos necesarios para tener Internet en su celular durante todo el mes.

Sólo el 22% de las personas dijo haber realizado al menos una operación de pago o movimiento de dinero en el último año, incluido el período de restricciones más severas por la pandemia.

“El problema es que el 66% de las personas que no utilizaron sus celulares para hacer pagos es que dicen que no lo usarían en el futuro. Más de la mitad (53%) es porque no entiende la tecnología y, en segunda instancia, porque no confía en un formato digital ya que tiene miedo a que se pierda el dinero”, sostuvo Carballo.

Como contracara, nueve de cada diez comercios que aceptan medios digitales como forma de cobro se manifestaron muy conformes y lo recomendarían porque les permite evitar costos, baja el riesgo de manejar efectivo y, también, les permitió vender más.

Por otra parte, la mayor preocupación en los barrios vulnerables (50%) es no tener dinero suficiente para gastos de comida, escolares y salud, para mejorar su vivienda y no tener dinero para la vejez (38%).

“Esto expone la situación de vulnerabilidad financiera presente en los barrios populares, teniendo una consecuencia directa y negativa sobre su bienestar”, concluyó el informe.