Murió la mujer baleada durante un intento de asalto en Glew

Estaba internada en el hospital Lucio Meléndez de Almirante Brown. Hay cuatro detenidos.

Meléndez

La agente penitenciaria que había sido baleada en el rostro cuando su marido resistió a los tiros un asalto dentro de su casa de la localidad bonaerense de Glew, partido de Almirante Brown, murió este miércoles tras permanecer internada cinco días.

Se trata de Raquel Verónica Arbona (45), quien trabajaba en el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) como auxiliar en la Alcaidía Departamental de Avellaneda y falleció en el hospital Lucio Meléndez de Adrogué.

Fuentes policiales informaron a Télam que el cuerpo fue trasladado a la morgue judicial de Lomas de Zamora, donde en las próximas horas se realizará la autopsia para determinar las causas del deceso.

Son cuatro los detenidos: Roberto Daniel Chayan (24), Brian Humberto Chávez (22), Ayron Manuel Barzala (25) y el remisero Conrado Alfredo Saporeti (58). Todos quedaron imputados por el delito de “robo agravado por el uso de arma de fuego, por escalamiento y por ser en poblado y en banda”, los tres primeros como coautores y el remisero como partícipe. Un sospechoso murió ese mismo día.

El titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 11 temática de Entraderas de Lomas de Zamora ya determinó que el marido de la mujer y empleado de una empresa de seguridad, Gustavo Eduardo Obregón (46), actuó en “legítima defensa” al disparar su pistola calibre 9 milímetros contra los delincuentes y, si bien aún restan peritajes, todo indica que el balazo que la penitenciaria recibió en la cara fue producto de un rebote.

El hecho ocurrió el viernes último alrededor de las 2.20, en una casa situada en la calle Roldán 283, de Glew, en el sur del conurbano, cuando cuatro delincuentes treparon por una pared y de allí al balcón del primer piso, por donde algunos lograron ingresar a una habitación de la vivienda.

Arbona y Obregón dormían cuando de repente la mujer escuchó ruidos y a los gritos le advirtió a su esposo que habían entrado ladrones, algunos de los cuales portaban armas blancas. El hombre tomó una pistola calibre 9 milímetros de su propiedad y efectuó entre siete y ocho disparos, tras lo cual vio que su mujer había caído herida con un impacto en el rostro.