“Hasta siempre, corazón”


El segundo beso te sorprendía si no la conocías, pero eso te pasaba una sola vez. A partir de ese momento ya sabías, para siempre, que esa mujer cariñosa y sonriente te iba a saludar con dos besos, uno por mejilla.

“Son dos besos, corazón”, repetía. Siempre te llamaba corazón. Y detrás del segundo beso, venía el mate, la palabra afectuosa, el respeto y la atención.

Así era Norma, así va a ser por siempre en el recuerdo de miles de alumnos, docentes y empleados de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, donde trabajaba desde 1986.

Incansable trabajadora no docente, empezó atendiendo el conmutador, de ahí pasó a Bedelía, más tarde a la Biblioteca y finalmente al Departamento de Alumnos, siempre dispuesta a responder una consulta o hacer una gestión con una sonrisa en la boca, con el mejor humor.

Mientras tanto, la vida iba recompensando tanto cariño. Dos hijos primero, junto a Daniel, su compañero de vida, y cinco nietos más tarde le dieron forma a una familia grande que la acompañó, sin condicionamientos, hasta el final.

Ese final tan triste que se le presentó impiadoso este jueves, a sus 60, en medio de esta lucha individual y colectiva contra una enfermedad que nos angustia y nos desconcierta a todos, que nos acorrala y nos desafía.

Cuando nadie lo esperaba, Norma siguió su historia por otro camino, y nos dejó la tristeza y el dolor inexplicado de saber que no vamos a volver a escuchar su risa, recibir sus mates, o sorprendernos con sus dos besos.

Pero también nos dejó un legado de amor por la vida, de alegría, de respeto por los demás, de cariño infinito que tenemos la obligación de honrar, sobre todo para honrarla a ella y a todo aquello en lo que creía. “Me quedo con sus dos besos”, evocó esta tarde Sofía Spanarelli, que la conoció como pocos en los pasillos de la Facultad.

Hoy somos nosotros los que debemos despedir a Norma con dos besos y decirle: “Hasta siempre, corazón”.