Una derrota que el Gobierno no contempló ni en sus peores pronósticos


Derrota en 18 de las 25 provincias en la categoría de diputados nacionales, la posibilidad de perder bancas en el Senado y en Diputados si se repite la elección en noviembre, 10 puntos menos de votos en el total nacional, derrota en Santa Cruz y una contundente caída en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito argentino, que es además el corazón del poder político del oficialismo.

En síntesis, un golpe mucho más duro que el peor de los escenarios previstos por analistas amigos y adversarios del oficialismo.

El tembladeral que dejó la paliza electoral, impensada a las 7 de la tarde cuando el gobernador bonaerense Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Victoria Tolosa Paz y otros candidatos que bailaron y festejaron sobre el escenario, confiando en bocas de urna que mentían tanto como las encuestas mismas, comenzó a hacerse evidente bien entrada la noche. Sobre las 21 la cosa estaba más clara y comenzaban a trascender datos que cambiaron el humor del Gobierno.

Los números exhiben que el oficialismo perdió en el total nacional ya que Cambiemos obtuvo 41,5 por ciento del total de votos emitidos contra 31,8 del Frente de Todos, con derrotas inesperadas como Chaco, Santa Cruz, Santa Fe, Chubut o San Luis que ponen en riesgo la mayoría peronista en el Senado y el equilibrio en Diputados.

La dimensión del impacto la dio la demora del Gobierno en salir a hablar y en la escasez de padres de la derrota. Sólo el presidente Alberto Fernández puso el cuerpo para asumir tácitamente la responsabilidad por la caída.

“De los errores aprendemos. Hay una demanda y a partir de mañana vamos a prestarle atención y resolver el problema que la gente nos plantea”, dijo el mandatario al hablar en el bunker del Frente de Todos en el barrio de Chacarita,

Desde el Frente de Todos “escuchamos con respeto y mucha atención el veredicto de la gente” y dijo que “hay errores que hemos cometido y que no debimos haber cometido”, manifestó el mandatario en un intento por mostrar una luz al final del túnel.

La pandemia, la caída de 9 puntos del PBI en 2020, la foto de Olivos, la falta de ajuste, el exceso de ajuste, la presión fiscal, la falta de expectativas, el malhumor social por el encierro, o por la inflación, todos ellos fueron argumentos que intentaron explicar lo ocurrido.

Nadie en el Gobierno habló de cambios por ahora. Podrían venir antes de las generales de noviembre para intentar remontar la caída, o podrían producirse después, para capear los segundos dos años de gestión. Hay algunos días para resolverlo, seguramente serán frenéticos e inciertos.