Algo se enciende, una aproximación a la película sobre el femicidio de Anahí Benítez


En detalle

Es una película completa y totalmente emotiva, porque desde sus raíces, la historia que lleva a la pantalla lo es también.
Dirección 6.5
Guión 8.5
Fotografía e iluminación 9.4
Diseño de sonido 8.0

“Esta es la historia de lo que hicimos con tanta tristeza” es la frase que da inicio al documental Algo se enciende, dirigido por Luciana Gentinetta y recientemente estrenado en Cinear. Relata el caso de la desaparición de Anahí Benítez, una joven de 16 años, desde la óptica de sus compañeros de escuela.

El 4 de agosto de 2017 en la reserva de Santa Catalina, Lomas de Zamora, fue hallado sin vida y con signos de abuso sexual el cuerpo de Anahí Benítez, que se encontraba desaparecida desde el 29 de julio. A 24 horas de no tener noticias sobre su paradero, en los grupos de Whatsapp de alumnos de la Escuela Secundaria ENAM comenzó a circular la preocupación y desesperación por la falta de respuestas. Inmediatamente su familia, amigos y compañeros de la institución se movilizaron para llenar las calles con una consigna clara: ¿Dónde está Anahí Benítez?, que con el correr de los días y el descubrimiento de su cuerpo sin vida, se fue transformando poco a poco en: Justicia por Anahí.

Algo se enciende es una película completa y totalmente emotiva, porque desde sus raíces, la historia que lleva a la pantalla lo es también. Reúne los testimonios de los amigos más cercanos de Anahí que cuentan en primera persona cómo fueron sucediendo esos terribles días a los que se remontan desde la carne y el recuerdo para revivir en este documental. Las palabras de cada uno de ellas resultan crudas y dolorosas, tal como sus vivencias en torno al femicidio de su compañera.  “Ir a marchas, levantar el cartel de una compañera que ya no está, es fuerte para cualquier persona y lo fue para nosotres, que tuvimos que hacernos adultes de un día para el otro” señala en el documental una de las amigas de Anahí.

No es una decisión fortuita que esté íntegramente filmado dentro de las inmediaciones de la escuela, ya que en todo momento de este relato, funcionó como cuna y como refugio de adolescentes que estaban siendo golpeados por una injusticia de tamaña magnitud, y que con tal solo 16 años conocieron la desesperación y la impotencia de la falta sin respuestas. La escuela como lugar propio, como nido de calor y como móvil. La escuela como contención de un grupo de jóvenes que apoyándose unos a los otros desde el dolor, se movilizaron por una causa común.

En la película hay dos perspectivas opuestas sobre el espacio de la escuela: durante el primer y segundo acto está retratada de manera tal que el vacío y el silencio funcionan como protagonistas. Planos generales de la escuela vacía, bancos solitarios, pizarrones con inscripciones pero sin nadie que las vea, pasillos desiertos, y alumnos que cuentan sus vivencias en planos donde se encuentran solos con ellos mismos y sus dolencias. Es un primer acto que habla de la rabia, de la injusticia, del no entender qué es lo que está sucediendo, de la necesidad de gritar, de la falta de respuesta y de la incapacidad de atravesar un duelo inesperado. Durante el último acto, los mismos jóvenes comienzan a reflexionar sobre qué hacer con todo ese dolor, y organizan jornadas con el fin de compartir desde el arte, para reivindicar algunas cosas que atravesaban a la misma Anahí: la pintura, la escritura, el dibujo. En este tramo final se hace presente el ruido, el bullicio, las canciones, los bombos, las murgas, los bailes, los planos generales de un salón lleno de gente, sonriendo, abrazándose y una cámara que se va metiendo por los recovecos del calor del amontonamiento entre jóvenes que se sostienen mutuamente.

Hay un fino trabajo de edición puesto en la recolección de material de archivo tanto de videos como fotos de marchas, movilizaciones, juntadas, e imágenes que logran plasmar el espíritu de abrazo colectivo que transmite desde sus valores esta escuela que resulta tan trascendental para sus estudiantes. No es un detalle menor que la directora de Algo se enciende, Luciana Gentinetta, de 24 años, sea egresada del ENAM y haya elegido este pedazo de una historia que también la atraviesa como estudiante y como mujer, para llevar a las pantallas su ópera prima. Es tan así, que por momentos hasta parece una película hecha desde la escuela, para la escuela. Para sus adentros, para todos aquellos que habitaron ese espacio cuando tuvo lugar el terrible femicidio de Anahí Benítez.

Algo se enciende relata el femicidio de Anahí contextualizándose en ese entonces, como excusa para abordar la movilización estudiantil, y de alguna manera el nombre elegido para esta película da cuenta de esto mismo: cuando algo se apaga, cuando una compañera falta, cuando no hay respuestas, cuando hay injusticia y dolor, se enciende el deseo colectivo de cambiarlo todo.