El cierre de una librería emblemática

En enero cerró sus puertas pero en los últimos días, un cartel hizo que el caso se viralizara. “Si hubiesen comprado y leído más libros… no votaban esto”, señala.

El local de Maipú al 300 de Banfield cerró en enero sus puertas. La cortina metálica y un cartel de alquiler dan cuenta  de una historia que se cerró. Durante tres décadas los vecinos pudieron acercarse a buscar novelas, libros, cuentos, pero desde  hace algunos días ya no. Es uno de los tantos comercios que tuvo que cerrar porque no pudo afrontar  la baja en las ventas, el alquiler y la suba de las tarifas.

Diego estaba a cargo del local desde 2008, pero antes había estado dirigido por la pareja de su abuela. Unos 30 años funcionó la librería “Sancho”, pero no sobrevivió a esta crisis. “La gente no tiene el poder adquisitivo que tenía hace tres años atrás. Cuando la gente tiene dinero, lo gasta, se da el gusto de leer un libro, pero al no tenerlo, es muy difícil”, admitió el hombre, que con poco más de 40 años emprende la búsqueda de trabajo.

Lo cierto es que Diego y su esposa, con quien tiene dos hijos (de 6 y 17 años), dialogaban desde hace tiempo sobre el futuro del comercio. “La verdad es que el año pasado fue un mal año. En diciembre creí que iba a remontar, pero no. El 2017 no fue bárbaro tampoco pero el año pasado empezamos a hablar de que esto fuera así”, señaló, en declaraciones a C5N.

En torno a las dificultades, el hombre admitió que además de la caída en las ventas, las tarifas fueron detonantes. Y graficó: “En enero de 2016 pagaba 250 pesos bimestrales y hoy son mil pesos por mes, mínimo”.

El presente duele. El comercio cerró sus puertas y un cartel hizo que el caso se viralizara. “Si hubiesen comprado y leído más libros… no votaban esto”, señala el texto pegado en la vidriera. Diego aclara que él no fue, pero se mostró agradecido con quien lo puso y con las muestras de  apoyo recibidas en el último tiempo.

Y ahora, Diego entrenta una realidad que duele. Tiene más de 40, es desempleado y debe salir a buscar un trabajo que le permita continuar con la crianza de dos hijos. Su esposa es docente y la realidad  para ella tampoco es muy distinta a la suya. “Yo no sé hacer nada, sacándome de acá, pero puedo aprender de todo”, advierte el hombre, esperando que una mano se tienda para ayudarlo en este difícil momento.