Bitácora de la Pandemia – Día 9


Noveno día de aislamiento. 745 infectados. 19 muertos

El suelo se sigue abriendo debajo de nosotros y aún no se ve el final del hueco. La bendita curva no dobla y el mundo se sigue conmoviendo con los números de la pandemia, ahora más cerca, más occidental. Seguimos encerrados detrás de muros que, sin embargo, no detienen un bombardeo informativo que nos abruma, mientras el ánimos de los aislados, sobre todo los más pobres y alejados de las cámaras de televisión porteñas, parece comenzar a quebrarse al mismo tiempo en que se agotan las breves reservas económicas y escasean los alimentos.

Ayer fue un mal día en cuanto a contagios y muertes en la Argentina. Hoy las cifras dieron un respiro: de 5 muertes ayer, bajamos a 2 hoy, y de 101 enfermos ayer, pasamos a contar 55 nuevos hoy. Así, en estos dos días murieron siete personas y se detectaron más de 150 nuevos enfermos de coronavirus.

Claro que el dato que se debe mirar es la cantidad de pruebas que se hacen en el país. Ya nadie oculta que tenemos muchísimo menos reactivos de los necesarios, y eso ralentiza la aparición de casos, aunque, claro, no frena las muertes.

Por eso, de a poco la curva de muertes se ha ido convirtiendo en un indicador más sincero de la profundidad de la crisis, y si bien hay quienes se animan por lo bajo a sospechar que no todas las muertes se cuentan como es debido, lo cierto es que parece un dato duro difícil de camuflar.

Donde no hay respiro es en las cifras globales de la pandemia. Hoy los casos a nivel mundial se encaminan a los setecientos mil, mientras que la cantidad de muertos superó cómodamente los 30 mil, una cifra que de antemano aterraba a los argentinos y que hoy vuelve trágica de la mano del virus.

En particular, las cifras de Estados Unidos son pavorosas. Ya superó a China por más de un 50% en cantidad de infectados (más de 120 mil), y exhibe una nómina de muertos que equivale a dos tercios de las que sufrió la tierra de Mao (2200). Todo esto en mucho menos tiempos que el que le tomó a China.

En España no paran de crecer los contagios y las muertes. En estos dos días acumularon unos 1600 decesos, por arriba de los 1500 de Italia, que también sigue incrementando contagios. Lo más parecido al coronavirus por estos días es una bala disparada que no se puede detener hasta que termine su recorrido, y recién ahí entenderemos la magnitud del daño que ha provocado.

En Inglaterra la mortalidad también es alta y hasta se contagiaron el primer ministro Boris Johnson y el príncipe Carlos, heredero del trono.

De nuevo en Argentina, el problema aquí es el impacto económico de la cuarentena, que se está haciendo sentir. El pago de la AUH en las últimas horas provocó escenas lamentables, con cientos de personas amontonadas en los bancos casi sin precaución. Los supermercados siguen exhibiendo largas colas en sus puertas, y en los comercios de cercanía los precios han volado por los aires.

Hay tensión en las cárceles, en parte por el temor al contagio, en parte por la interrupción de todo tipo de suministros que recibían del exterior como consecuencia de la cuarentena. En algunos barrios se agredió a la policía cuando pretendió hacer cumplir las restricciones, y hay señales de hartazgo en algunos sectores sociales, son indicios que un Gobierno, a pesar de la emergencia, no debería desoír.