Los ejes de la economía menemista: La convertibilidad y la desregulación comercial


El expresidente Carlos Menem, quien falleció este domingo a sus 90 años en el sanatorio Los Arcos, fue Jefe de Estado entre 1989 y 1999, donde llevó a cabo políticas económicas que se pagaron años más tarde.

Menem llevó adelante un plan neoliberal de reformas estructurales con apertura económica, desindustrialización, desregulación comercial, liberalización financiera y fragmentación de sectores asalariados que impactó en la estructura económica y social, a la vez que un fuerte incremento de los niveles de desocupación y pobreza.

Si bien en su campaña electoral de 1989 pregonó la “Revolución Productiva” y el “Salariazo”, el exmandatario dio un “giro de 180 grados” tras su asunción en relación a las tradicionales políticas del peronismo.

Las medidas profundizaron un proceso de desindustrialización de los sectores asalariados iniciado por el régimen militar; mientras la apertura comercial y financiera promovió un ingreso masivo de inversiones extranjeras y un proceso de importación que, junto al incremento de las tasas de interés, terminó generando un proceso de creciente desindustrialización.

En este sentido, el proceso de privatización de las empresas públicas, iniciado en 1990 con Aerolíneas Argentinas y Entel, terminó promoviendo un crecimiento exponencial de los índices de desocupación, subocupación y pobreza.

Entre 1991 y 1995 los efectos recesivos de las reformas fueron suavizados por el incremento del consumo y la estabilización que generó la Convertibilidad, el plan que Domingo Cavallo puso en marcha en abril de 1991 desde el Ministerio de Economía, que tuvo como principal eje el “uno a uno”, la paridad entre el peso y el dólar.

A partir de 1995, con la denominada Crisis del Tequila -que lleva ese nombre porque se generó en México-, los indicadores económicos y sociales comenzaron a desplomarse a niveles récord. Así, en mayo de ese año la desocupación creció hasta 18,5 por ciento y se incrementó fuertemente el déficit fiscal y comercial.

Durante los primeros tiempos, el gobierno Menem no logró controlar la inflación, pero luego tomó la conducción del Palacio de Hacienda Antonio Ermán González, hasta que en 1991 asumió Cavallo y puso en marcha el Plan de Convertibilidad.

Para incentivar el ingreso de inversiones externas, el Gobierno se vio obligado a profundizar las políticas de privatización de empresas públicas, apertura comercial y financiera, desregulación y endeudamiento externo.

La Convertibilidad logró controlar la inflación pero a costa de la sobrevaluación cambiaria, que incentivó el ingreso masivo de inversiones e importaciones y fomentó expectativas favorables, además de un fuerte incremento del crédito para consumo que permitió reactivar la economía.

Los índices inflacionarios cayeron a niveles históricamente bajos, lo que redundó en beneficios sociales para los sectores más desprotegidos, mientras que el Producto Bruto Interno (PBI) creció a tasas de 8 por ciento promedio durante el período 1991-1995.

El consumo, la fuga de capitales, el pago de deuda y la remisión de ganancias de las empresas privatizadas a sus casas matrices generaron un déficit comercial y fiscal que fue insostenible en el tiempo.