Prisión perpetua para el femicida de Cristina Iglesias y su hija Ada

Alejandro Romero Lugo fue condenado por “doble homicidio agravado por el vínculo y por alevosía”.

El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 del Departamento Judicial de Lomas de Zamora condenó a Alejandro Romero Lugo a prisión perpetua por el doble femicidio de Monte Chingolo. Fue hallado penalmente responsable por el “doble homicidio agravado por el vínculo y por alevosía” de Cristina (40) y Ada (7) Iglesias.

El TOC 2 de Lomas de Zamora condenó este lunes a Romero Lugo a la pena de prisión perpetua por el femicidio de Cristina y su hija Ada, que tuvo lugar el 25 de marzo de 2020. Los cuerpos de las víctimas fueron descubiertos dos días después del doble femicidio.

La Justicia lo encontró penalmente responsable por el “doble homicidio agravado por el vínculo y por alevosía”. La pena está en sintonía con lo que habían solicitado la querella y la fiscalía. Tanto la fiscalía, representada por Leila Selem, como la querella, a cargo de Mariano Lizardo y Paula Ojeda, solicitaron que el acusado sea condenado a prisión perpetua.

Un dato llamativo de este proceso es que el acusado había reconocido ante la fiscal que investigó el doble femicidio su autoría pero cuando fue su turno de declarar, dijo que era inocente y planteó como hipótesis que la responsabilidad podía ser de una vecina que quería quedarse con la casa. Más allá de esta maniobra, cuando tuvo la posibilidad de decir sus últimas palabras, pidió “perdón” y dijo estar “arrepentido”.

EL CASO

El doble femicidio ocurrió el 25 de marzo de 2020 -a cinco días de iniciado el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por la pandemia de coronavirus-, y fue descubierto 48 horas después en una casa de la calle Domingo Purita al 4000 de Monte Chingolo, en el partido de Lanús. Según los forenses que trabajaron en el lugar, Cristina Iglesias (40) fue degollada en el marco de una pelea, mientras que su hija Ada (7) recibió cortes en el cuello.

Los investigadores determinaron que el acusado “limpió con gran dedicación la escena principal (interior de la casa), lavando la sangre, girando uno de los colchones a fin que no sea visible el rastro hemático, lavando incluso en el lavarropas un oso de peluche y ropa de cama”. Además, para los pesquisas Romero Lugo se apoderó del teléfono celular de Cristina y “respondió mensajes a la hija mayor de ésta, montando un teatro en el que se hacía pasar por la víctima con el objeto de siquiera levantar sospecha”.

Estuvo prófugo un par de días, en los que visitó a la madre de su hijo, a una amiga y finalmente se alojó en el domicilio de su hermana, donde fue arrestado.