Murió María Kodama

La escritora y traductora, viuda de Jorge Luis Borges, tenía 86 años

La viuda, heredera universal, albacea y creadora de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, María Kodama murió hoy en Buenos Aires, por complicaciones de un cáncer de mama avanzado, según informó su médico personal.

Escritora, amante de la cultura japonesa, profesora de Filosofía y Letras, traductora y compañera de las últimas décadas de la vida de Borges, Kodama partió desde el hotel Loi Suites de la calle Vicente López, en Recoleta, donde llevaba un tiempo alojada.

“Espero que ser razonables y conciliadores no sea un hecho infrecuente para nosotros, como pensaba él. El patrimonio de Borges no es solo literario sino también ético”, subrayó en una de sus últimas apariciones en público durante un acto en noviembre pasado.

“Mi vocación no es la maternidad, sino la enseñanza”, contaba en una entrevista.

La mujer que eligió ser japonesa

Hija de María Antonia Schweizer y del químico japonés sintoísta Yosaburo Kodama, nació en 1937 en Buenos Aires y sus padres se separaron cuando ella era pequeña.

“Uno no es del lugar donde nació, sino del lugar de donde fue educada. Y mi padre que nació, se crió y educó en el Japón me puso todas esas reglas en mi cabeza y, por lo tanto, por educación, soy japonesa”, puntualizaba.

Kodama aprendió a hablar inglés donde de niña memorizó unos versos sin preguntar quién era el autor: Two English Poems, de Borges quien conoció años después en una conferencia cuando ella tenía 16 años y con quien comenzó a estudiar anglosajón e islandés, un vínculo rechazado por Leonor Acevedo, madre del escritor a causa de la diferencia de edad.

Kodama colaboró con Borges en la confección de Breve antología anglosajona (1978), escribieron Atlas (1984), donde narraron las aventuras de sus viajes, y compartieron la traducción del Gylfaginning, de Snorri Sturluson, publicado como La alucinación de Gylfi, y también de El libro de la almohada, de Sei Shonagon, donde escribió el prólogo.

En 2016 publicó Homenaje a Borges y en 2017, Relatos, su libro de cuentos. También dirigió las revistas Prisma y Proa y prologó múltiples libros dedicados al estudio de la obra del escritor.

Borges y Kodama mantuvieron un vínculo estrecho durante años, sin llegar a ser pareja hasta su matrimonio el 26 de abril de 1986 en el consulado argentino en Asunción del Paraguay porque en la Argentina el divorcio aún no era legal y Borges continuaba casado con Elsa Astete.

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Los litigios sobre Borges

En 1988, Kodama inauguró la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Ella sentía que el cuidado de la literatura borgiana era su legado y lo llevó adelante de un modo tal que cosechó muchas antipatías de sectores académicos e intelectuales.

“Yo no soy dueña de nadie, porque el hecho de ser dueña significa cortar la libertad y para mí lo más sagrado es ser libertad. Soy la persona a la que Borges encargó el cuidado de su obra porque sabía que lo haría, costara lo que costara. Fui criada por mi padre, que nació, se crió y educó en el Japón y fui criada con principios muy rígidos, peros maravillosos, sobre la ética y la libertad”, decía.

Sin embargo sumó litigios con Pablo Katchadjian, el español Agustín Fernández Mallo, Jean Pierre Bernés, Elena Poniatowska, María Esther Vázquez, Alejandro Vaccaro, y hasta con el presidente Alberto Fernández por su anuncio de crear un Museo Borges.

“¿Quiénes la critican? ¿Los viudos de Borges? Lamentablemente Borges no quiso vivir con ninguno de esos señores. Depositó su confianza en ella, y María en Borges. No pueden declararla incompetente y lo han intentado en los tribunales. Hay escritores que fueron a testificar a favor de María, como José Saramago. Y que no venga nadie a decir que Borges era tonto o no sabía lo que hacía. Te podrá gustar más o menos. A mí me gusta, es mi amiga, la quiero. A nadie hay que pedirle que adore a María. Punto. Y si respetan a Borges, respetan sus decisiones… o a lo mejor lo que quieren es utilizar a Borges en beneficio propio”, la defendió la periodista y traductora española Pilar del Río, presidenta de la Fundación Saramago y quien fuera esposa del Premio Nobel de Literatura José Saramago.

También Mario Vargas Llosa defendió la tarea de Kodama: “Muchos amigos y parientes de Borges la han atacado, acusándola de calculadora e interesada. ¡Qué injusticia! Yo creo que gracias a ella –basta para saber leer el precioso testimonio que es Atlas– Borges, octogenario, vivió unos años espléndidos gozando no sólo con los libros, la poesía y las ideas, también con la cercanía de una mujer joven, bella y culta, con la que podía hablar de todo aquello que lo apasionaba y que, además, le hizo descubrir que la vida y los sentidos podían ser tanto o más excitantes que las aporías de Zenón, la filosofía de Schopenhauer, la máquina de pensar de Raimundo Lulio o la poesía de William Blake. Nunca hubiera podido escribir las notas de este libro sin haber vivido las maravillosas experiencias de que da cuenta Atlas”, subrayaba el Nobel de Literatura.

Con una intensa vida social, viajaba por el mundo entre conferencias y homenajes a Borges, en universidades, ámbitos académicos e intelectuales.

Kodama afirmaba que en otra vida gustaría ser científica, que no se dedicaría a las letras. Tal vez para comprobar las certezas que en verso le regaló Borges:

“Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.”