Almirante Brown: Vuelve a abrir la casa museo de Jorge Luis Borges


El próximo domingo volverá a abrir sus puertas al público la única vivienda entre las que habitó Jorge Luis Borges que fue recuperada para ser convertida en un espacio museístico sobre la vida y obra del escritor, ubicada en la localidad browniana de Adrogué, será el escenario de un viaje para conocer cómo ese pueblo suburbano influyó en su obra.

Quienes visiten la casa podrán, también, contemplar murales y experimentar una intervención artística realizada con enciclopedias, a las que Borges definió como “selva de selvas”.

Ubicada en Diagonal Brown 301, de Adrogué, este típico chalecito de la década del 40 fue comprado por la madre de Borges, Leonor Acevedo, como vivienda para ella y Norah, su hija. En los veranos se sumaba la visita de Georgie quien se llegaba a ese pueblo en el que vivió momentos felices de su infancia y donde comenzó a conocer de ajedrez, laberintos y espejos.

“En cualquier parte del mundo que me encuentre, cuando siento el olor de los eucaliptus, estoy en Adrogué (…) Adrogué era eso: un largo laberinto tranquilo, de quintas, un laberinto de vastas noches quietas (…) Así es mi recuerdo de Adrogué: las quintas, los coches en la plaza, las largas verjas, lo fácil que era perderse”, relataría en 1977 Borges en Adrogué en mis libros, una conferencia que brindó en Burzaco y publicada en el suplemento cultural del diario Tribuna.

El chalet “es una casa muy austera, muy de la época, está ubicado enfrente de la plaza principal, donde está el Palacio Municipal, la Iglesia, la escuela. La habitación que da frente a esa plaza fue fuente de inspiración en Borges cuando habla de las anclas, ya que desde esa ventana se ve la estatua en honor a Almirante Brown”, cuenta a una agencia de noticias la directora de Patrimonio Cultural del municipio de Almirante Brown, Sandra Agis.

Antes de adquirir el chalet, y durante la infancia del escritor, la familia alquilaba en los veranos la quinta La Rosalinda, en Adrogué para, más tarde, alojarse en el Hotel La Delicia, del que sólo queda na estatua de Diana Cazadora.

La casa adquirida en 1944, fue vendida a un marino, que solía recibir a Borges y le permitía ingresar a su viejo cuarto cada vez que volvía a Adrogué. En 2011 el municipio compró la propiedad e inauguró el espacio en 2014. Ahora, tras una puesta en valor, será reinaugurado el próximo 28 de agosto.

Qué ver en la Casa Borges

La visita se compones de un recorrido visual con una línea de tiempo con fotos del escritor entre las que hay obras de Sara Facio y Julie Méndez Ezcurra; que cuentan desde los muros la relación entre Borges y Almirante Brown como, por ejemplo, la gigantografía de Borges junto a Diana Cazadora.

También hay una sala audiovisual, donde ver el video institucional de la casa; una biblioteca con libros donados por la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y por María Kodama así como una computadora que conecta con el Borges Center de la Universidad de Pittsburgh.

En el exterior hay una estatua de Borges y cuatro murales uno de lo cuales evoca a Borges caminando, de espaldas y con su bastón, junto a un tigre de Bengala.

Además, el 28 de agosto, se inaugurará una galería que busca potenciar la visibilización del museo donde se exhibirán muestras artísticas.

Para la reinaguración también se prevé que el Instituto de la Cultura de la provincia de Buenos Aires coloque una placa, también escrita en Braille.

También se presentarán narradoras que recorrerán el patio, donde habrá música, danzas gauchescas y tangos.

Tlon, Uqbar, Orbis tertius fue escrito en Adrogué; al igual que en La muerte y la brújula, sitúa en esa localidad uno de los crímenes relacionados con los puntos carinalesserie de crímenes en puntos cardinales: “Cuando llegué al sur pensé en Adrogué. Triste Le Roy es el lugar donde se desarrolló la última escena del cuento. Era el hotel Las Delicias de Adrogué”, relató Borges en su conferencia de Burzaco.

“De algún modo siempre estuve aquí, siempre estoy aquí. Los lugares se llevan, los lugares están en uno. Sigo entre los eucaliptus y en el laberinto”, sentenciaba Borges en ese anochecer de Burzaco.