San Vicente: tortura, rehenes y robos


Una familia del country San Eliseo, ubicado sobre la ruta 58 entre los distritos de San Vicente y Presidente Perón fue asaltada por cinco ladrones que ingresaron a su vivienda, tras violar el perímetro exterior electrificado, allí torturaron a una mujer de alrededor de 45 años que debió ser internada.

El robo ocurrió esta madrugada y la víctima del robo de una importante cantidad de dinero es el titular del Instituto Gastronómico Internacional (IGI), una escuela de cocina con decenas de sucursales en Argentina y América Latina, Maximiliano Ferrari, quien, además, es concesionario del restorán del barrio.

La esposa de Ferraro fue maltratada por los malvivientes quienes le tiraron del pelo y arrancaron uñas.

También hubo disparos que se escucharon en la zona. Una versión indica que también habrían estado en la morada los hijos de la pareja.

Al tomar conocimiento, la policía bonaerense ingresó al barrio para buscar a los delincuentes y montaron un operativo cerrojo en los alrededores.

Las primeras versiones hablaban de tres viviendas asaltadas, aunque se confirmó que solo la vivienda del empresario gastronómico fue atacada.

Un antecedente

En abril de 2018 ya se produjo el ingreso de ladrones a través del hueco en el alambrado perimetral y un pozo por el que habían huido luego de ingresar en, al menos, cuatro viviendas.

En ese entonces, los dispositivos de seguridad del country fallaron, y, además, la guardia privada del barrio no llegó a advertir la presencia de los intrusos en el predio que custodian.

Una ocupación con fines de robo

Por otra parte, cuatro delincuentes tomaron a una familia de rehén en su propia vivienda durante ochos horas mientras usaban la casa como punto de vigilancia para cometer un asalto en otra vivienda de la zona de las calles Alberdi y Castelli.

Los rehenes fueron amenzados con armas de fuego al tiempo que les explicaban que ellos no serían las víctimas sino una familia vecina.

Tras aguardar durante toda la noche, alrededor de las 6 de la mañana los secuestradores abandonaron la misión.

La retirada tuvo como consecuencia el robo de sus teléfonos móviles, herramientas y dinero. Al irse, los malvivientes pusieron un candado en la entrada.

Tras lograr salir, la familia alertó al 911 y contó que los asaltantes tenían entre 40 y 50 años y que actuaron siempre con calma y sin violencia.