La desesperación de los que aún hoy no cobraron el bono de la AUH

“Si no nos morimos de coronavirus, nos morimos de hambre”. El descarnado relato de un hombre que deben alimentar a sus hijos y va todos los días al cajero para ver si Anses le depositó el bono. Cruce de cronograma de pago que alarma.

Muchas familias aún no cobraron el bono de 3100 pesos que prometió el Gobierno. La fecha de pago era el 27, día en que las files de los cajeros se tornaron kilométricas.

“Soy mamá de cuatro chicos menores de 5 años, percibo la AUH pero hasta hoy (31 de marzo) no me han depositado el bono del 27. Nos encontramos, con mi esposo, en un momento desesperante, ya que se quedó sin empleo por el coronavirus (estaba en negro). Contábamos con ese dinero para comprar la leche y los pañales de los chicos, también tenemos que abonar el alquiler (dueño directo)  y es desesperante. No tenemos lugar dónde reclamar”, cuenta Carolina. Ella es una de las tantas personas que fue al banco en reiteradas oportunidades pero no encontró el dinero depositado.

“Voy todos los días, no sé qué pasa. Dicen que tenemos que mantener la cuarentena pero no cumplen. Somos humildes y no puedo trabajar por el coronavirus (vive de changas). Hago horas de cola pero cuando me toca, no hay un peso. Ni no nos morimos de coronavirus, nos morimos de hambre. Tengo cuatro chicos”, apunta otro vecino, que ante la necesidad se contactó con Info Región, ya que no hay respuesta por los canales oficiales.

El viernes será un día crítico. Ese día se abona el Ingreso Familiar de Emergencia para los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y por Embarazo, pero también se abrirán las puertas de las entidades bancarias para recibir a jubilados y pensionados. Aunque las intenciones de los gobiernos locales para prevenir el contagio (como la limpieza de los cajeros y la demarcación de espacios para hacer la fila) sean buenas, el cronograma de pagos obliga a miles de personas a salir a la calle y buscar el tan ansiado efectivo.

Además, en las últimas horas se anunció que el dinero de la tarjeta AlimentAR para quienes no tengan el plástico se entregará de forma semanal y no mensual (como era hasta ahora) y obliga a las familias a salir varias veces del hogar para exponerse.

La titular del Consejo de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, recomendó a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que posean tarjeta de débito, que cobren por cajero automático y no vayan a la caja del banco porque el objetivo del Gobierno es que las entidades bancarias atiendan principalmente a jubilados y pensionados. Sin embargo, los citaron el mismo día. El gremio que representa a los bancarios pide “racionalidad”. ¿Cómo pedirle racionalidad a una persona que no puede darle de comer a su hijo?

En medio de esta situación, los trabajadores que cobran su salario por estos días deberán ir en busca del papel ya que muchísimos comercios dejaron de aceptar el pago con plásticos. “En el súper chino de mi barrio, aceptan tres veces a la semana”, advierte Marina, de Monte Grande. “¿Te pago con débito?”, le pregunta una mujer al carnicero. “No, viste como está todo, efectivo…”, responde un comerciante en Lomas de Zamora. El efectivo se ha vuelto un bien escaso y los comerciantes también lo necesitan para pagar proveedores. Es por esto que muchos comercios de cercanía dejaron de aceptar pagos con tarjeta o mercado pago.

Si bien el Gobierno plantea que hay controles, el que tiene la necesidad de comprar en su propio barrio (como indica el aislamiento social preventivo y obligatorio) no puede esperar a que la situación se normalice. El nene necesita tomar la leche y el vecino paga lo que tenga que pagar, si es que consigue. Las medidas adoptadas por las autoridades son contradictorias con el discurso y los vecinos deben decidir entre exponerse al nuevo coronavirus (Covid-19) o dejar comprar alimentos.

En una Argentina en emergencia, armar un cronograma de pago de esta forma es alarmante. Aunque las muertes sucedan y los casos crezcan a diario, el hambre obliga a salir, a exponerse, a mirar al otro como enemigo. En momentos en los que el propio presidente Alberto Fernández brega por la “solidaridad” como valor comunitario fundamental, la tensión crece.