El Argentina – Perú de mañana tendrá a una Albiceleste en alza mientras que la visita viene transitando una eliminatoria irregular que pone en riesgo su pasaje a Qatar 2022.
El fútbol rioplatense contra el del Pacífico y cuatro recuerdos atesorados en la memoria colectiva.
La tragedia de la Bombonera
La última vez que Argentina faltó a la fase final de un mundial fue en México 1970 y fue el seleccionado peruano el responsable.
Argentina, Perú y Bolivia disputaron un triangular a dos ruedas que otorgaba un boleto a tierras aztecas. En su transcurso todos los partidos se saldaron con victorias del local por lo cual el choque final entre Albicelestes y Albirojos en La Bombonera era determinante y a la Argentina sólo le valía ganar.
El seleccionado dirigido por don Adolfo Pedernera llegaba como podía y no pudo. Los peruanos dirigidos por el brasileño Didí y con cracks como Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas conquistó un empate y los incas brillaron en tierra azteca.
La marca de Reyna
1985. La Albiceleste dirigida por Carlos Salvador Bilardo había comenzado a paso de vencedores el camino a México, ganando los cuatro partidos ante Venezuela y Colombia. Faltaban los encuentros con Perú y su DT, Roberto Chale, sabía algo: sin anular a Diego Maradona, se quedaba afuera.
El elegido para borrar al Diez fue Luis Reyna, un volante central de ocho pulmones. La orden: “Tú juegas un partido aparte, eh. O mejor dicho, no lo juegas tú y no lo juega él”. Y cumplió.
“Ese muchacho es muy torpe y le hace mal al fútbol. Yo quiero vengarme, pero no con los puños o la boca, sino jugando a la pelota”. Y agregó: “Nunca me pasó algo así. No se puedo comparar con la de Gentile (ante Italia, en España 82) ni con ninguna otra. Fue la marcación más sucia que sufrí en mi vida, pero el árbitro no cobraba nada. A este Reyna lo espero el domingo, pero no para andar devolviéndole golpes, sino para jugar al fútbol”, dijo Maradona que se vengaría no contra Perú sino alzando la Copa soñada en el Azteca.
“No usé armas desleales, porque no lo golpeé ni lo insulté, sino lo que hice fue usar armas antirreglamentarias si prefieres decirlo así, como puede ser jalarlo de la camiseta, por ejemplo”. Y agregó: “Ahora, te quiero aclarar que si bien yo no le pegué ni insulté a Maradona, él tampoco lo hizo conmigo pese a mi marca constante. Se portó como un caballero y lo admiro por eso y porque es un gran jugador”, diría el volante antes del partido de la revancha.
El milagro de Gareca
El seleccionado argentino dirigido por Carlos Salvador Bilardo necesitaba empatar para poder clasificar a México. Justicia poética que lo había hecho llegar a Lima como líder del grupo con ocho puntos producto de ganar los dos partidos a Venezuela y Colombia y perder en Lima con los peruanos que escoltaban con siete unidades.
El Monumental gritó a los 12 cuando Pedro Pasculli abrió el marcador y encaminó las cosas, pero los fantasmas del 69 se corporizaron en José Velásquez y Gerónimo Barbadillo que dieron vuelta el marcador antes del final de la primera mitad.
El clima se enrarecía y parecía que México otra vez era un destino imposible. Cuando el partido se moría, Daniel Passarella volvió a ser el gran capitán, se llevó una pelota de guapo, sacó un bombazo y antes de que entre al arco Ricardo Gareca puso el 2 a 2 y nos llevó a México 1986 y a la gloria. Pasarella se agarró una peste en la antigua Tenochtitlán y no disputó un minuto del Mundial, Gareca se quedó viendo como el avión partía desde Ezeiza y ninguno pudo participar de la página más gloriosa de la historia del fútbol argentino.
Gareca dirigirá a Perú.
Palermo y la épica de la lluvia
Cancha de River. Argentina ahogada, necesitada y sin rumbo enfrenta en la penúltima jornada de las eliminatorias para Sudáfrica 2010 a Perú con un solo resultado posible: ganar para seguir con chances firmes de viajar a África.
El partido era un espanto y llegan al descanso sin gritar gol. Apenas comenzada la segunda mitad, Gonzalo Higuaín pone el 1 a 0. Con nervios y como se puede se logra que pasen los minutos hasta que a los 45 Hernán Rengifo pone el empate y otra vez los fantasmas.
El árbitro da unos minutos de tiempo de descuento y será el recién ingresado Martín Palermo bajo una lluvia torrencial pesca un rebote y lo transforma en el 2 a 1 épico, mágico y definitivo que encarrila el cruce del Atlántico que sería coronado en el Centenario contra Uruguay.
En la mejor tradición heróica de guión cinematográfico de Palermo, queda la imagen del festejo de Diego Maradona arrojándose de cabeza a los charcos de agua de la cancha de River.